En el sitio arqueológico Queneto, ubicado en la quebrada de San Juan en el valle de Virú, provincia de Virú en la región La Libertad, miembros del Proyecto de Investigación Arqueológica Valle de Virú (Pavi) descubrieron contextos funerarios que datan de hace aproximadamente 3,800 años.
Según Andina, Feren Castillo Luján, director de Pavi, informó que los restos corresponden a un adolescente, un adulto y dos niños, que fueron encontrados en posición decúbito lateral orientados hacia el cerro Queneto. Uno de los niños tenía un collar de piedras y caracoles como ofrenda.
De acuerdo con la cabeza del equipo, los hallazgos se realizaron en el templo Queneto 2, también conocido como conjunto arquitectónico 14-1. Al respecto, el experto explicó que dos de los contextos funerarios están asociados a la estructura del lugar y a quemas temporales, evidenciadas por marcas de incendio en una de las paredes laterales.
Además, explicó que los otros contextos podrían ser posteriores, aunque no se encontraron cerámicas asociadas a los entierros, por lo cual se realizarán pruebas radiocarbónicas para determinar la antigüedad exacta de los restos. Por eso, señala que en total, se excavó un área de 51 metros cuadrados, apenas un 1 % del sitio, lo que sugiere que podría haber más entierros.
Asimismo, según el investigador, el grupo humano que habitó esta zona pertenece al periodo del inicio del precerámico o Formativo Temprano (1800 – 1100 a. C.), una era de transformación hacia sociedades más complejas, como la de Caral. Castillo Luján mencionó que esta sociedad estaba dedicada a la agricultura, evidenciada por la construcción de canales, y mantenía una estrecha relación con el mar, reflejada en actividades de pesca descubiertas en otros sitios cercanos como Huaca Negra.
Ceremonias de la época antigua
El arqueólogo también sugirió que los rituales en esa época podrían estar ligados a la astronomía, basándose en observaciones de alineaciones de sombras durante los solsticios en el cercano templo Queneto 1, donde Rafael Larco encontró menhires en excavaciones de la década de 1930. Según el director, estos alineamientos podrían indicar el uso de calendarios astronómicos y posibles cultos al agua y al sol.
“Nosotros hemos venido durante los últimos solsticios y hemos podido corroborar que se alinean las sombras al atardecer y creemos que es una suerte de calendario astronómico más que de otra cosa. Hay mucha ritualidad en esta zona e investigar más este sitio nos ayudará a entender sobre esta sociedad y por qué se están asentando cerca de la quebrada, si está asociado a un culto al agua, culto al sol, y todas estas ritualidades detrás que desconocemos, pero que estamos empezando a entender con estas intervenciones”, acotó.
En relación a los descubrimientos arquitectónicos, se identificaron estructuras con muros de cantos rodados y enlucidos de arcilla, y algunas paredes con esquinas curvadas típicas del Formativo. Estos estarían conectados por un pasadizo estrecho que articulaba dos patios a desnivel. Además, se encontraron fragmentos de cerámica temprana, similar a la observada en Gramalote en el valle de Moche y en Huaca Negra.
A pesar de la importancia arqueológica del sitio, Castillo Luján lamentó la pérdida de gran parte del lado norte del templo en 2022 debido a la expansión agrícola. Recientemente, alertó sobre la destrucción intensiva y el aumento de áreas agrícolas sobre la zona arqueológica, haciendo un llamado a la población para proteger estos sitios que forman parte de la identidad y la historia de la región.