Desde que el pandebono se convirtió en el mejor panecillo del mundo, según una publicación del 12 de mayo hecha por el respetado portal de medición gastronómico Taste Atlas, los colombianos nos hemos unido en orgullo por un alimento de tradición que resalta entre los panes de queso que se preparan alrededor del mundo.
Por eso, durante la jornada del 31 de mayo del año en curso se está celebrando el Día mundial del pandebono, con un especial interés de las panaderías de Cali en homenajear su joya gastronómica con un evento en la Plazoleta de la Caleñidad.
No solo porque la receta tiene, al menos, un siglo de historia desde que llegó a Cali, se modificó y se extendió al centro del país, sino porque el sabor sigue siendo el prominente de las viandas que se consumen cuando se levanta el sol, o en la media mañana, o en las “onces” de la tarde.
De hecho, este alimento representa lo mejor de los amasijos que se hacen en el territorio nacional, y más si se acompaña de una taza de chocolate en leche o café, o cualquier bebida caliente —o fría, porque su versatilidad no se discute—.
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Dice TasteAtlas en su descripción del panecillo colombiano que es un producto tradicional “elaborado con almidón de yuca, harina de maíz, queso fresco, huevos y azúcar. Se le da forma de rosquillas o bolas ligeramente más grandes que las de golf. El pan de bono es similar a otros panes de queso sudamericanos, como el pan de queso, con la diferencia de que se le añade harina de yuca o harina de maíz, y un toque de dulzor debido a la adición de azúcar”.
Por tal motivo, lo que no se puede argumentar es que en ningún lugar del país se prepara como en Cali, ciudad en la que se gestó la famosa receta. Y para eso, es necesario preguntar cómo amasar y hornear a quienes mejor lo hacen en la capital del Valle del Cauca, y que han llevado su producto a la cumbre de los amasijos que se ofrecen alrededor del globo terráqueo.
Así se prepara un auténtico pandebono
Lo que permite que un pandebono sea auténtico es que la receta se ejecute como tal con los ingredientes locales distintivos que le confieren un sabor único. Con mayo atención, el queso.
De acuerdo con una receta compartida por el diario nacional El Tiempo, una receta valluna indica que se necesitan una taza (250 g) de queso costeño, media taza (130 g) de almidón de yuca, cuatro cucharadas (32 g) de fécula de maíz, una cucharada y media (24 g) de azúcar, un cuarto de cucharadita (1 g) de polvo para hornear, un huevo, tres cucharadas (45 ml) de leche líquida y dos cucharadas de mantequilla.
Sin embargo, algunos sugieren que se puede añadir una mezcla de queso entre el costeño y quajada fresca, como señaló la página turística Orgullo de Cali en su versión (pese a que algunos afirman que la mezcla, al parecer, no es tradicional).
Sin embargo, sí hay que prestar atención al proceso. Los pasos son simples pero requieren precisión. Primero, es importante precalientar el horno a 250 grados centígrados (482 °F), como señala la receta reproducida por el medio nacional. Luego, se ralla o procese el queso hasta que se pueda formar un puré.
Enseguida se mezclan en un tazón todos los ingredientes secos: almidón de yuca, fécula de maíz, azúcar y polvo para hornear, según las medidas. Se agrega el queso, el huevo y la mantequilla, y se amasa vigorosamente, con adiciones, poco a poco, de la leche hasta obtener una textura suave pero firme, y que no se pegue a los dedos.
Finalmente, se forman las bolas con la masa, para ubicarlas en una bandeja cubierta con papel mantequilla, o engresada, y se hornea durante unos aproximadamente 25 minutos hasta que estén doradas. Es importante dejar distanciadas las bolitas algunos centimentros para evitar que, al crecer, estas se peguen una de la otra.
La historia
Sobre su historia, el prestigioso portal culinario ofrece un dato curioso: “Algunos afirman que el nombre de pan de bono se creó por un panadero italiano de Cali que solía gritar pane del buono (buen pan), mientras que otros dicen que debe su nombre a un lugar llamado Hacienda El Bono, donde se elaboró por primera vez”.
De hecho, como relata el medio informativo Poltec, “Doña Genoveva Reza, una distinguida mujer de cabello blanquecino, es la figura a quien se atribuye el origen del pandebono en el siglo XIX, mientras residía en la histórica Hacienda El Bono, ubicada en el municipio de Dagua en el Valle del Cauca.
Este amasijo de sabor auténtico se convirtió rápidamente en un alimento ampliamente consumido por todos, en especial de los trabajadores que, al regresar de sus labores, solían adquirirlo para acompañar su café; para ellos el pandebono representaba una fuente de sustento de gran consistencia, capaz de mantenerse fresco y delicioso durante toda la jornada”.
Sea como sea su origen, la receta sigue en pie, aunque con los más puristas señalan pocos cambios.