Selfies, ojos rasgados, nariz respingada, la mandíbula afinada, labios carnosos y quizá algunas pecas. Gracias a los filtros de las redes sociales, se puede “editar” el rostro y la apariencia física en general en tiempo real. Aunque todos hayamos jugado a ver cómo cambiaban los rasgos físicos, la influencia de estas plataformas en los adolescentes no son iguales.
Las redes sociales transformaron la forma en que los jóvenes se relacionan y perciben el mundo. Y, lo que parece una opción divertida para pasar el tiempo, también implica estar frente a una pantalla-espejo, que devuelve estándares de belleza inalcanzables y la percepción negativa del propio cuerpo. El impacto en la salud mental de los adolescentes está a un clic.
En la adolescencia, los jóvenes experimentan cambios y desafíos; y se suma que se enfrentan una presión constante para cumplir con estándares estéticos irreales, lo que puede llevar a problemas como ansiedad y depresión. La violencia estética y el acoso en línea agravan estas consecuencias.
¿Cómo influye la exposición constante a las redes sociales en la autoestima y la imagen corporal de los adolescentes? ¿Cuáles son las consecuencias y las pautas de alarma? ¿Qué efectos genera en el cerebro?, son algunas de las preguntas frecuentes. Pero hay una fundamental. ¿Qué hacer frente a esto? A la realidad digital no hay que ponerle filtro.
Fabián Triskier (MN 75.680), médico psiquiatra del Departamento Infantojuvenil de INECO dice en diálogo con Infobae que los adolescentes de hoy “crecieron en un mundo virtual de comparación constante, con una necesidad de mostrarse de determinada manera ante el mundo, con parámetros rápidamente generalizables de lo que está bien, especialmente respecto a la imagen corporal y a las relaciones sociales”.
Y agrega: “Esto podría generar una presión importante, fundamentalmente entre los adolescentes, dado que se encuentran en una etapa en la que comienzan a tomar conciencia de esta comparación social”. A su vez, Triskier apunta: “Las redes sociales amplifican este fenómeno de comparación de una manera impensable en el mundo no virtual, pudiendo impactar en la salud mental de las adolescentes”.
“El refuerzo de los ‘me gusta’, además, demuestra una excesiva dependencia de la aprobación social”, sentencia el experto de INECO y agrega que “la confrontación constante con referentes, famosos e influencers que muestran modelos corporales idealizados y normalizados puede llevar al hábito de compararse y querer alcanzar una imagen concreta con cambios en sus conductas”.
Por su parte, Paz Magnanini, psicóloga cognitiva infanto-juvenil y profesora en la Facultad de Psicología de la Universidad Austral señala a Infobae que “la construcción de autoestima, por un lado, y de la imagen corporal, por el otro lado, se dan en el marco de múltiples variables y a lo largo de la historia del individuo” y advierte que “las redes sociales se han convertido, en el último tiempo, en una de las variables más peligrosas e influyentes en la población adolescente”.
Magnanini es contundente a la hora de hablar sobre la relación entre las redes sociales y la autoimagen de los adolescentes: “La exposición a cuerpos retocados por la inteligencia artificial, el acceso a información sobre dietas, ejercicios, van construyendo un ideal de belleza difícil de alcanzar para los adolescentes, lo cual genera frustración”.
Y continúa: “La imagen corporal es algo que todos vamos construyendo a lo largo de nuestra vida, el problema suele ser la disconformidad y el lugar que le damos en cuanto al éxito personal, es decir, si necesitamos cierta IC para ser felices, exitosos” y apunta que los adultos deben estar ahí para acompañar.
Para el psiquiatra y psicoanalista Harry Campos Cervera “estamos en un periodo bisagra, en donde la interacción real con los demás está bastante disminuida y se hace a través de herramientas mediáticas como son las redes sociales”.
Y en esta bisagra, hay que pensar cuál es el impacto real de la modificación de la apariencia física con filtros en la vida de los más jóvenes.
Cambios en el cerebro e impacto en la salud mental
“El cerebro humano tiene diferentes ‘períodos sensibles’ en los cuales ciertos aprendizajes o adquisición de habilidades se encuentran facilitados: es decir, fuera de esos períodos resulta posible, pero con mayor dificultad”, comienza a explicar Triskier sobre la relación entre redes sociales, autoestima y cerebro, y señala: “La adolescencia es un período de alta plasticidad, maleabilidad cerebral, en el que el cerebro es más vulnerable a los efectos de factores estresantes sostenidos”.
Según un estudio publicado por la revista JAMA Pediatrics, el uso de redes sociales puede afectar significativamente el cerebro adolescente. La interacción constante con plataformas como Instagram y TikTok altera el desarrollo cerebral, especialmente en áreas relacionadas con la recompensa y la motivación.
La dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer, se libera en respuesta a “me gusta” y comentarios, lo que puede crear un ciclo de búsqueda de validación. En este sentido, los investigadores apuntan a que la dependencia de la validación digital podría llevar a problemas emocionales y sociales.
Entonces, la exposición constante a imágenes, filtros y mensajes sobre la apariencia corporal en redes sociales no solo tiene consecuencias para los adolescentes a nivel cerebral, también lo tiene en cuestión de salud mental. ¿Cuáles?
“En los últimos años, se ha evidenciando un llamativo aumento en los índices de ansiedad y depresión en adolescentes, en países como Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido, afectando más a las mujeres que a los varones”, dice Triskier.
A su vez, el experto cuenta que diferentes investigadores encontraron una correlación entre el aumento de problemas como las autolesiones, los intentos de suicidio y los problemas de imagen corporal, y el uso de redes sociales.
“Aunque muchas investigaciones se han centrado en la cantidad de horas que los adolescentes pasan frente a las pantallas, algunos argumentan que el impacto negativo está más relacionado específicamente con el uso de las redes sociales que con el simple hecho de mirar una pantalla”, suma.
Por su parte, Sonia Almada, psicóloga y magíster, especialista en infancias y juventudes, advierte en una nota anterior de Infobae que “la crueldad detrás del anonimato en línea, en forma de body shaming donde los adolescentes, especialmente las mujeres, son atacados por su apariencia, producen como consecuencias psicológicas ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental causados por la humillación en línea.
Según puntualiza Magnanini, el impacto puede derivar en “trastornos alimenticios, en aquellos casos en los que exista una vulnerabilidad de base. Ningún trastorno alimenticio ocurre por una sola variable, pero las redes son claramente una variable influyente y poderosa en este sentido”.
Un estudio reciente revela que el trastorno dismórfico corporal (TDC) afecta a aproximadamente 1.9% de los adolescentes, siendo mucho más prevalente en chicas que en chicos. Según los investigadores, este trastorno es seis veces más común en chicas, afectando a 1.8% de ellas frente a 0.3% de los chicos. Estos datos fueron publicados en la revista Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry.
El estudio, que analizó datos de más de 7600 niños y adolescentes de una encuesta de salud mental en Inglaterra, encontró que casi el 70% de los adolescentes con TDC también sufrían al menos otro trastorno psicológico, siendo los más comunes los trastornos de ansiedad y la depresión. Además, casi la mitad de los jóvenes con TDC reportaron autolesiones o intentos de suicidio, una cifra significativamente mayor comparada con los adolescentes sin este trastorno.
En esta línea, Triskier coincide con Magnanini cuando señala que “según algunos estudios, hay una relación significativa directa entre tener una experiencia negativa en el uso de las redes sociales y el riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria.
En un estudio publicado en la revista PLoS ONE, se analizaron los mensajes predominantes en TikTok en Estados Unidos y la etiqueta #weightloss (pérdida de peso) contaba con más de 10.000 millones de visitas. Un 44% de los vídeos investigados ofrecía contenido sobre la pérdida de peso y el 20% mostraba procesos del antes y el después de una persona tras adelgazar. Sin embargo, solo 1,4% de dichos vídeos era publicado por nutricionistas cualificados.
Así, la exposición continua a estas imágenes puede llevar a conductas obsesivas, ya sea en términos de dieta o ejercicio. La falta de formación profesional en algunos perfiles en redes sociales que aconsejan sobre aspectos de salud pueden propiciar hábitos inadecuados creyendo que son beneficiosos.
Pautas de alarma
Para mitigar estos efectos negativos, es crucial que los padres y educadores adopten un enfoque proactivo. “No hay que preocuparse, sino ocuparse. Saber qué consumen los adolescentes en las redes, escucharlos, acompañarlos, orientarlos. Cuestionar las redes, generar sentido crítico en ellos, en la medida de sus posibilidades”, dice Magnanini.
Por su parte, Campos Cervera apunta que “las pautas de alarma son el encierro, el aislamiento y los estados depresivos, el bajo rendimiento escolar y pocos amigos reales, donde se observa déficit de interacción con los semejantes”. A su vez, los expertos llaman a prestar atención a los siguientes indicadores:
- Comparación constante: Observa si el adolescente pasa mucho tiempo comparándose con influencers o amigos en redes sociales.
- Obsesión con la apariencia: Preocupación excesiva por la imagen corporal y la necesidad de editar fotos antes de publicarlas.
- Aislamiento social: Preferencia por la interacción digital sobre las relaciones cara a cara, evitando actividades sociales. Evasión de eventos sociales por no poder comer ciertas cosas.
- Baja autoestima: Manifestaciones de inseguridad o insatisfacción con su apariencia física tras usar redes sociales.
- Cambios en el comportamiento alimentario: Modificaciones drásticas en la dieta o patrones de ejercicio, influenciados por tendencias en redes sociales.
- Cambios en torno a la vestimenta: Modificación en cómo se visten los jóvenes, en general cambian su vestuario para usar ropa sumamente holgada constantemente.
- Síntomas de ansiedad o depresión: Aumento de la ansiedad, tristeza o irritabilidad vinculados al uso de plataformas digitales y la exposición a estándares irreales de belleza.
Consejos para mejorar la autoestima y la imagen corporal de los adolescentes en la era digital
Si bien la autoestima y la imagen corporal son conceptos complejos, atravesados por distintas variables, existen algunas recomendaciones para ayudar a padres y educadores.
Magnanini hace hincapié en uno de los puntos fundamentales: “Acompañar, estar cerca y atentos, cuestionar ideales de belleza, ser compasivos y pacientes con la adolescencia; aprender a convivir con las redes, generando sujetos más fuertes que puedan ser lo menos influidos posible por las mismas”.
A su vez, los expertos aportan otros consejos:
- Fomentar el pensamiento crítico: Ayuda a los adolescentes a cuestionar y analizar los contenidos de redes sociales y su veracidad.
- Promover la autenticidad: Alienta a los jóvenes a compartir contenidos auténticos y reales en lugar de imágenes editadas.
- Reconocer las fortalezas personales: Poner el foco en algo que no tenga que ver con el cuerpo, reconocer logros y fortalezas personales y darles valor.
- Establecer límites de tiempo: Limitar el tiempo de uso de redes sociales para evitar la sobreexposición a contenidos perjudiciales.
- Fomentar actividades offline: Incentivar la participación en actividades físicas y sociales fuera de las pantallas.
- Comunicación abierta: Mantener un diálogo constante sobre los sentimientos y experiencias en redes sociales.
- Buscar apoyo profesional: No dudar en acudir a un psicólogo si se observan signos de problemas de autoestima o imagen corporal.