Ahielén Casavieja no quería consumir drogas ese día. El tratamiento contra el consumo que hacía le estaba dando resultado y ese fin de semana, cuando había salido del centro de menores en el que vivía para festejar junto a su hija de cuatro meses sus 16 años, no iba a caer en la tentación.
Ahielén esperaba en una parada de la periferia de Montevideo un ómnibus para ir a ver a su hija cuando llegó Marcelo Docampo a ofrecerle pasta base. La adolescente se negó y le comentó de su proceso de desintoxicación. A él no le importaba e insistía. Ahielén aceptó y consumió una droga que no le gustaba. Prefería la del Brasilero, como se conoce a un narco de la zona, según informó El País a partir de lo relatado en una de las recientes audiencias judiciales sobre un crimen de 2022.
En la parada del ómnibus también estaba el Pollo y el Gordo Nico, a quienes les encomendaron que vayan a comprarle pasta base al Brasilero. Cuando volvieron, Ahielén y Docampo no estaban. Se habían ido para la casa de él. Quería tener “privacidad” con la joven de 16 años.
La adolescentes estuvo 19 días desaparecida en los primeros meses de 2022. Aunque siempre se tuvo en la mira a Docampo, su casa nunca fue allanada. Su relato tenía algunas contradicciones y a sus mentiras se le sumaban otras pistas falsas.
En el fondo de la casa de Docampo vivía su hermano. Fue él quien dio aviso a la policía de lo que encontró cuando limpiaba uno de los pozos sépticos de la casa: allí había una pierna humana. Una pericia forense determinó que los restos eran de la adolescente que estaba desaparecida y que había muerto hacía tres o cuatro días. Los análisis demostraron que estuvo durante 13 días viva.
Docampo tiene casi 50 años y está preso desde hace dos. Fue policía, manejó un taxi y algunos testigos contaron que también vendía pasta base. Tenía una relación conflictiva con las mujeres y en 2015 fue denunciado por abuso sexual, pero el caso no avanzó en la Justicia, según el medio uruguayo.
La mujer que lo denunció en esa oportunidad aseguró que el Estado no la ayudó. Contó que el hombre la violó y la quiso sofocar mientras le decía: “Yo maté a varias, una más no me cuesta nada”.
En el predio en el que apareció la adolescente también estaban los restos de Karina Saracho, una mujer de 36 años. A diferencia de lo mediático que fue la búsqueda de Ahielén, nadie sabe dónde y cuándo fue la última vez que alguien vio con vida a Saracho. Tampoco se sabe mucho de ella: solo que su padre estuvo preso, que su madre la abandonó, que la crió su abuela, que tuvo un hijo. Que fue adicta, que estuvo condenada.
Sus huesos estaban en el interior de una heladera oxidada y, cuando aparecieron, nadie sabía que estaban siendo buscados. Tampoco estaba en la lista de personas ausentes. Y hacía meses que estaba muerta.
Este caso todavía tiene varias preguntas por responder. La nota de El País enumera algunas: ¿no escucharon los gritos quienes vivían en el predio?, ¿cómo se logró mantener a la menor 10 días secuestrada?, ¿era la primera vez que cometía un crimen de estas características?
Quienes lo acusan tienen algunas respuestas. El presunto asesino era consumidor de cocaína y el hecho de que acostumbraba a llevar prostitutas a la casa justificaba que su familia no haya notado movimientos irregulares. Sobre los olores, responden que se trata de una zona semi rural.
La pregunta más difícil de responder es si los de Ahielen y Karina fueron los últimos crímenes cometidos por Docampo. El “yo maté a varias” que le dijo a una de las mujeres que lo denunció es una de las pistas que tienen los investigadores para encontrar una respuesta. La cantidad de mujeres que están en la lista de personas ausentes es otra.
La Fiscalía pide para Docampo 45 años de cárcel, la pena más grande que existe en Uruguay (entre la condena y las medidas accesorias).