Mar Mágica, así le gusta que la llamen a esta chica del conurbano que prefiere resguardar su nombre y apellido original, suele caminar por las calles de San Martín muy atenta a lo que pueda encontrar en la calle. La joven, de 29 años, siente que tiene un imán con los objetos. Que puede atraerlos con la mente como si fuera una Jedi de Star Wars.
Entonces, Mar suele encontrar objetos en las veredas de su barrio mientras espera el colectivo o va a hacer alguna compra. Entonces a la chica que ya era modelo y además seguidora de los conceptos de la moda circular y la reutilización de las prendas se le ocurrió mostrar en qué convertía lo que hallaba en las calles de San Martín.
Imán para la ropa
Pero como toda Jedi de la moda circular, Mar tuvo una maestra que le enseñó el arte del reciclado. “Mi vieja siempre se las arreglaba para transformar lo que estaba roto o muy gastado –cuenta la chica en diálogo con Infobae-. No me olvido más. Yo estaba por empezar el jardín de infantes, tenía 4 años, y ella me hizo una mochilita con tela de corderoy de un pantalón que ya no se usaba. De hecho estoy pensando en replicarlas ahora en mi emprendimiento”.
La historia de Mar Mágica muestra cuánto impacta lo vivido en la infancia. Cuanto determina del futuro de las personas. En algún punto, las personas somos eso que se construye con la materia prima de la infancia y la casa familiar. La piba del conurbano también recuerda cómo su madre conseguía retazos de telas para hacerle ropa a su bebote. “Se llamaba Guadalupe y era del tamaño igual a un recién nacido. Yo le cambiaba los vestiditos que hacía mi mamá”.
El tiempo pasó y Mar se sumó a la onda de la moda circular. Tiene en su cabeza todo el tiempo la imagen de la montaña de telas que contaminan el desierto de Atacama, en Chile. Es el desierto más árido de la Tierra, y se parece tanto a la superficie de Marte que la NASA probó allí sus vehículos antes de lanzarlos al espacio.
Sin embargo, Atacama se hizo muy conocido por ser uno de los vertederos de ropa desechada que más crece en el mundo, gracias a la rápida producción en masa de ropa elegante y barata conocida como fast fashion (moda rápida). Lo que en un año está de moda, pero enseguida se desecha por algo nuevo que viene detrás.
Toneladas de ropa en el desierto
En las montañas de prendas aparecen jeans manchados y sacos intactos que mantienen sus etiquetas y que empiezan a blanquearse por el sol que pega fuerte en el desierto. Todo se mezcla con basura plástica. Nada de toda esas toneladas de basura se biodegrada ya que en general contienen altos contenidos sintéticos.
Con su pequeño poder de atraer prendas abandonadas en la calle, Mar Mágica lucha contra toda una industria que genera anualmente a escala global unos 20 millones de toneladas de residuos. Cada año se descartan algo más de 300 millones de prendas de vestir. Y el 80% de esa ropa está compuesta por poliéster, un material que tiene al petróleo como insumo base y que puede tardar hasta 2.000 años en degradarse.
Hay un video de Mar que se volvió viral. En el clip en su Instagram (@mar_magica) la chica encuentra una campera de cuero en la calle. En las imágenes se ve la SUBE y su mano que revisa la prenda. Se la lleva a su casa y allí se produce la magia. Al poco tiempo se había convertido en una nueva prenda con un cambio en la parte de la espalda que la renovó por completo.
“Por ese video recibí muchos elogios y también muchas críticas, pero es no me interesa –resalta la joven emprendedora-. Estoy segura de lo que hago y los haters ayudan a hacer crecer mi Instagram, porque cuantos más comentarios tengo más se visibiliza”.
Los videos mágicos
Mar Mágica tiene otro video en el que recicla una mochila con un simple paso por un balde con tintura negra y otro en que recupera una botas de caña corta tras un proceso de raspado y repintado de la superficie.
Todo se ve muy simple en los clips de su cuenta de Instagram en la que ya tiene 10 mil seguidores. También, enseña a convertir un jean chupín en uno de estilo Oxford para mantenerse a la moda sin necesidad de comprarse otro pantalón.
En todas las imágenes se ve la vida cotidiana la de la joven del conurbano. Las calles de San Martín, su perra Miel que huele las botas abandonadas y la escalera de su casa en el noroeste del primer cordón. “Siempre digo que lo que hago es magia. Tomo cualquier prenda y con creatividad y esfuerza la convierto en algo nuevo. Mi objetivo es que la menor cantidad de elementos que puedan volver a la vida terminen en el relleno sanitario en el CEAMSE, acá a pocas cuadras de mi casa”, se entusiasma Mar.
Con el envión de la ropa recuperada, la chica se lanza con emprendimiento propio dentro del planeta textil de la moda circular. En breve tendrá sus primeros productos. Cuando habla de su proyecto que lleva su nombre de fantasía, Mar Mágica, empiezan a brotar sus ideas. “Muchas amigas y vecinos me regalan ropa que yo reutilizo –explica la emprendedora-. Lo primero que voy a hacer son unas carteras chicas tipo para la salida al boliche y poner el celu y los documentos”.
Otra idea en la que ya trabaja Mar es en otras carteras que se originan en un traje sastre que se compró usado en una feria americana. “Era una pollera larga y un chaleco de tela escocesa. Lo convertí en una minifalda y con el sobrante hice tres productos para vender”, explica la joven.
Y sigue Mar con los proyectos que vienen para su emprendimiento. “Con un sweater grande lo corto para que quede a la moda boxi style. Con la lana sobrante voy a hacer unos guantes que hagan juego”, cuenta Mar Mágica. Y también con un saco largo piensa acortarlo y con la tela restante confeccionar una minifalda.
Así, la joven sueña con llegar a las ferias americanas de Palermo para ofrecer sus creaciones textiles en los percheros que cada fin de semana revisan decenas de centennials y turistas. Mientras tanto, mantiene intacto su poder de atraer las prendas en las calles de San Martín con sólo cerrar los ojos e imaginar que nuevo destino tendrá alguna campera o mochila descartada. “Mi magia sigue intacta”, se sonríe Mar y su mente ya está subida a todas las creaciones que tiene pensado para el futuro de su emprendimiento.