Para nadie es un secreto que el Centro de Lima es un lugar lleno de sorpresas que se puede encontrar en cada esquina. Una de las tantas son los nombres que tienen cada una de sus calles y que guardan una relación directa con la historia de la capital.
Una de esas es la de Rufino Torrico, calle que más de uno ha transitado cada vez que viene de visitar al centro y que pasamos sin siquiera preguntarnos quién fue y qué hizo para merecer que una calle lleve su nombre. Esta es su historia.
Todo un predestinado
José Rufino Torrico de Mendiburu, nacido en Lima en 1833, fue una figura prominente en la historia política y militar del Perú. A lo largo de su vida, desempeñó múltiples roles cruciales, incluyendo tres mandatos como alcalde de Lima y varios cargos ministeriales. Su liderazgo fue clave durante periodos tumultuosos, como la Guerra del Pacífico y la guerra civil peruana de 1894-1895.
Hijo del general Juan Crisóstomo Torrico y María Manuela de Mendiburu, José Rufino fue enviado a Chile en 1840 para estudiar agrimensura. De regreso en Lima en 1848, ingresó al Colegio Guadalupe y luego al ejército en 1851.
Durante la guerra civil de 1854, sirvió al presidente José Rufino Echenique, participando en la batalla de La Palma en 1855. Posteriormente, se trasladó a Europa con su padre, regresando al Perú en 1860 para reincorporarse al ejército.
En 1863, fue ascendido a sargento mayor y organizó el escuadrón de Húsares de la Escolta bajo las órdenes del coronel Felipe S. Coz. Ascendió a teniente coronel y sirvió hasta la caída del presidente Juan Antonio Pezet en 1865.
Nuevamente en Europa, Torrico regresó al Perú para asumir la inspección del Colegio Militar y la comandancia de los cadetes durante el tercer gobierno interino del general Pedro Diez Canseco.
Al mando de la Alcaldía
Su primera gran prueba de fuego fue en 1879, cuando se unió al concejo provincial de Lima, en un momento crítico debido al estallido de la guerra con Chile. Asumió la alcaldía en abril de 1880 tras la renuncia de Melitón Porras Díaz.
En su mandato, Torrico instaló un hospital de sangre en el Palacio de la Exposición y organizó la Guardia Urbana Extranjera después de las batallas de San Juan y Miraflores en enero de 1881. Su liderazgo ayudó a mitigar el caos y el saqueo causados por los soldados peruanos en retirada.
Durante la ocupación chilena de Lima, Torrico fue la única autoridad peruana que mantuvo comunicación con los jefes chilenos, buscando asegurar que la ocupación respetara las convenciones internacionales.
Su mandato concluyó el 31 de marzo de 1881, cuando el gobierno provisional de Francisco García Calderón Landa desplazó a las autoridades instaladas por la dictadura pierolista.
Sin embargo, el 23 de octubre de 1883, el gobierno de Miguel Iglesias reactivó el Consejo Provincial de Lima, nombrando a Torrico como alcalde. Este periodo coincidió con la desocupación chilena de la ciudad tras la firma del Tratado de Ancón. Torrico renunció el 26 de enero de 1884, siendo sucedido por Luis Roca y Boloña.
Por último, en marzo de 1895, Torrico asumió nuevamente la alcaldía de Lima tras la renuncia del general César Canevaro, en el contexto de la guerra civil entre caceristas y pierolistas.
Tras la victoria de los pierolistas y la renuncia de Andrés Avelino Cáceres, Torrico se encargó de limpiar las calles de cadáveres y restos de combate, una medida crucial para la salud pública de la ciudad.
Dedicado a la política
Tras la Guerra del Pacífico, Torrico se unió al Partido Constitucional de Andrés Avelino Cáceres. Fue nombrado Ministro de Guerra y Marina en 1886, y luego Ministro de Gobierno y Policía en 1894.
Además, sirvió como senador por Apurímac desde 1886, cooperando estrechamente con Cáceres durante su primer mandato presidencial. Torrico también presidió la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana en 1887. Por último, falleció el 14 de octubre de 1920 a los 87 años.
Su legado persiste en la historia peruana, con una calle importante en el centro histórico de Lima que lleva su nombre en su honor. Torrico es recordado como un líder comprometido con el bienestar y la estabilidad de Lima durante periodos de gran desafío. Su vida y carrera reflejan su dedicación al servicio público y su capacidad para liderar en tiempos de crisis.