En la década de 1660, el astrónomo italiano Gian Domenico Cassini descubrió algo mientras observaba el planeta Júpiter: una mancha masiva ahora conocida como la firma del planeta. Conocida como la Gran Mancha Roja o Mancha Permanente, se cree que esta característica planetaria es evidencia de una tormenta joviana masiva. Pero nuevas investigaciones sugieren que la tormenta que los astrónomos pueden ver hoy no es la misma que Cassini vio hace casi cuatro siglos.
Lo que parece una mancha roja desde el espacio es en realidad un enorme vórtice anticiclónico dos veces más grande que la Tierra. Observaciones modernas sugieren que la tormenta involucra vientos que soplan a hasta 400 millas por hora, y que su color característico puede deberse a la interacción entre elementos en la atmósfera de Júpiter y los rayos cósmicos u otras formas de radiación. Pero aunque la mancha ha sido conocida durante siglos, todavía guarda muchos misterios para los investigadores.
Conocido como un pionero de la astronomía telescópica, Cassini vio por primera vez la mancha en 1665 como un óvalo oscuro, escribiendo que la mancha era “una permanente que a menudo se veía regresar en el mismo lugar con el mismo tamaño y forma”. Los astrónomos registraron avistamientos de la mancha hasta 1713, pero luego las observaciones se detuvieron. No sería hasta 1831 cuando otros científicos volverían a informar de una mancha en el mismo lugar que Cassini había señalado.
Escribiendo para Geophysical Research Letters, los investigadores modernos utilizaron observaciones históricas para rastrear el tamaño y movimiento de la mancha a lo largo de los años, comparando esas observaciones antiguas con las modernas. Luego simularon diferentes formas en que la mancha podría haber surgido.
Su análisis sugiere que la mancha vista hoy se parece más a la observada en el siglo XIX que a la que Cassini vio hace tanto tiempo. Con el tiempo, la mancha se ha encogido y se ha vuelto más redonda, probablemente porque está girando más rápido, escriben los investigadores. La mancha podría haberse formado debido a vientos inestables que produjeron una proto-tormenta observable que desapareció, para luego volver, concluyen.
“Ha sido muy motivador e inspirador recurrir a las notas y dibujos de Cassini”, dijo en un comunicado de prensa Agustín Sánchez-Lavega, profesor de física aplicada en la Universidad del País Vasco en Bilbao, España, quien dirigió la investigación. Agregó: “Otros antes que nosotros habían explorado estas observaciones, y ahora hemos cuantificado los resultados”.
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