La soledad entre los hombres es un fenómeno que adquiere mayor relevancia con el pasar de los años, afectando su salud física y mental en situaciones como duelo, divorcio y jubilación. En países como Estados Unidos y el Reino Unido, diversos estudios han revelado que, aunque los hombres tienen amigos, disfrutan menos de la compañía de confidentes cercanos. Esta tendencia se acentúa con el tiempo y repercute de manera crítica en las relaciones sociales masculinas.
Una encuesta nacional realizada en 2019 por el Survey Center for American Life, mostró que un 15% de los hombres estadounidenses no tenía amigos cercanos, una proporción cinco veces mayor que en una encuesta similar llevada a cabo en 1990. En el Reino Unido, una encuesta de la empresa YouGov del mismo año reveló que uno de cada cinco hombres carecía de amigos unidos, el doble en comparación con las mujeres. Aunque es difícil encontrar investigaciones comparables en América Latina, expertos como Niobe Way, profesora titular de la Universidad de Nueva York, apuntan en sus estudios que el fenómeno se repite entre hombres de diversas nacionalidades.
Way, quien ha entrevistado a cientos de adolescentes durante su carrera, observa que los chicos tienden a perder a sus mejores amigos a medida que crecen. Tanto Way como Robin Dunbar, profesor de antropología y psicología evolutiva de la Universidad de Oxford, coinciden ante la BBC, en que la carencia de conexiones significativas fuera del ámbito familiar y de pareja tiene consecuencias devastadoras para las personas. Comprender las causas subyacentes a este fenómeno resulta fundamental para abordar la situación.
Dunbar afirmó en una entrevista para la BBC, que la dificultad de los hombres para establecer puentes de amistad tanto con mujeres como con otros hombres se debe a una interacción caótica e impredecible. Way añade que los hombres tienden a posicionar a las mujeres como “cuidadoras emocionales”, asignándoles un rol cuasi-terapéutico pero sin reciprocidad. Esta problemática tiene su raíz en las normas culturales sobre la masculinidad, implantadas desde una temprana edad. En su libro “Deep Secrets: Boys’ Friendship and the Crisis of Connection” (Secretos profundos: la amistad de los chicos y la crisis de conexión), Way argumenta que la hegemonía de la masculinidad estadounidense, rica, blanca y heteronormativa, impide que los hombres se relacionen de manera auténtica, lo que puede llevar a un aislamiento emocional importante.
Dunbar, por su parte, teoriza en la BBC, que las amistades masculinas son más casuales y basadas en actividades compartidas. Históricamente, los hombres necesitaban trabajar en conjunto para proteger a sus comunidades, pero sus relaciones eran menos profundas para evitar un derrumbe emocional en caso de pérdida.
El aislamiento social ha sido vinculado con graves problemas de salud, tal como lo señala un informe del área de Salud del gobierno de EE.UU, que menciona un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, demencia, accidentes cerebrovasculares, depresión, ansiedad y muertes prematuras. A nivel global, la OMS indica que uno de cada cuatro adultos mayores y entre un 5 y un 15% de los adolescentes experimentan aislamiento social.
En Europa, Max Dickins, autor de “Billy No-Mates: How I Realised Men Have a Friendship Problem” (Cómo me di cuenta de que los hombres tienen un problema de amistad), compartió su experiencia en su libro enfrentando la falta de amigos cercanos. Dickins descubrió que al emular la forma en que las mujeres manejan sus amistades, mostrando apertura emocional y proactividad en el mantenimiento de la relación, podía mejorar significativamente sus conexiones sociales. Durante la pandemia de COVID-19, este fenómeno se agudizó. El confinamiento y las restricciones redujeron aún más las oportunidades de interacción social, exponiendo las debilidades en las redes de apoyo de muchos hombres y actuando como un punto de inflexión para reflexionar sobre la profundidad de sus relaciones.
Para abordar el problema, es esencial que la sociedad replantee las normas sobre la masculinidad. Esto incluye fomentar la apertura emocional desde una edad temprana y enseñar que la vulnerabilidad no es signo de debilidad. Además, crear espacios donde los hombres se sientan cómodos compartiendo sus emociones y experiencias es crucial. Dunbar sugiere en la BBC, que los hombres podrían beneficiarse al participar en grupos o actividades comunitarias que ofrecen un contexto estructurado para la interacción social, como clubes deportivos, talleres de manualidades o grupos de lectura.
El aislamiento social masculino es un problema complejo y multifacético que requiere una comprensión profunda y un enfoque integral para su solución. Reconocer que el deseo de tener amigos es inherente a todos los seres humanos, independientemente del sexo o género, es el primer paso para fomentar conexiones más significativas y saludables entre los hombres.