La imagen de Miguel Grau ha estado más presente que nunca en las últimas décadas, y no es una metáfora, sino una realidad encarnada en un familiar que compartía los mismos rasgos del ‘Caballero de los Mares’. Como si el tiempo no hubiera transcurrido, su nobleza y gallardía parecían revivir en este descendiente, cuya presencia transportaba a quienes lo veían a otra época, un tiempo en que el almirante, con paso firme y decidido, habría recorrido el Perú dispuesto a sacrificar su vida por la patria.
El pariente que se parecía a Miguel Grau era Germán Seminario. Se usa el verbo en tiempo pasado debido a que en enero de 2024 falleció a los 70 años en el hospital Alberto Sabogal del Callao. Su deceso no solo impactó a sus seres queridos, sino que sumió en luto a todos los peruanos que, al mirarlo, encontraban un reflejo del valiente almirante. La tristeza se apoderó de los connacionales, puesto que no podrán estrechar la mano de un hombre cuyas facciones recordaban a un héroe nacional.
Seminario Moya, sobrino bisnieto de Miguel Grau, era plenamente consciente del inmenso cariño y respeto que el pueblo profesa a su pariente, quien luchó en la guerra contra Chile. No faltan motivos que expliquen por qué este ilustre personaje histórico es homenajeado anualmente y en múltiples ocasiones.
Como es sabido, nuestro compatriota es admirado en el Perú por su valentía y principios éticos durante la guerra con Chile. Su apelativo de ‘Caballero de los Mares’ se lo ganó gracias a su noble y humanitario comportamiento; trató a sus enemigos con respeto y salvó a marineros heridos incluso en los momentos más críticos. Su papel decisivo en la batalla de Angamos en 1879, donde sacrificó su vida por la patria, consolidó su legado como un héroe nacional y un símbolo de honor en la historia peruana.
Estos pasajes son conocidos por la mayoría de los peruanos; sin embargo, existen otros que no son difundidos ni aparecen en los libros de historia. En vista de ello, Infobae Perú conversó con el sobrino bisnieto del almirante Grau en julio de 2023, un momento en el que se hizo evidente el cariño hacia la figura de su familiar.
La última conversación con Germán Seminario
La tarde de julio de 2023, el sobrino bisnieto de Miguel Grau se encontraba sentado en una banca de la Plaza Grau del Callao, expectante ante las preguntas que se le formularían. Lucía una chaqueta negra adornada con botones dorados y una insignia en el pecho, complementada con una camisa blanca que transmitía paz a quienes lo veían. A varios metros de distancia, más de uno podría pensar que Miguel Grau había resucitado, dada la notable similitud entre ellos.
“Desde muy pequeño, mi abuelo solía decirme que me parecía a Miguel Grau. Un día me sugirió que cuando cumpliera 44 años, me afeitara el mentón y me tomara una foto. Así lo hice, y desde entonces mantengo esta apariencia”, contó Germán, mientras los transeúntes lo miraban con asombro.
Es preciso señalar que el héroe nacional encarnaba una nobleza que iba más allá de su valor en la batalla; era también un baluarte de amor y rectitud en el hogar. Como un ancla firme que sostiene un barco en medio de la tempestad, su carácter sólido brindaba estabilidad y confianza a su familia, que encontraba en él un padre y esposo devoto.
“Cuando regresaba a casa, en Perú, lo primero que siempre hacía era llegar a su hogar antes que cualquier otra cosa. A lo largo de los 12 años que estuvo casado, tuvo 11 hijos, todos concebidos de manera natural, lo que demuestra el profundo amor que Grau y su esposa sentían el uno por el otro”, dijo Seminario Moya a este medio de comunicación.
El insigne peruano siempre se mantenía en comunicación con su esposa, incluso en pleno conflicto bélico. Así lo reveló nuestro interlocutor, quien mencionó que su familiar escribía cartas desde el buque y nunca dejó de conectarse con su familia.
Una de las historias más entrañables para la familia Grau es aquella en la que, días antes de zarpar en el monitor Huáscar, Miguel Grau se confesó por última vez en el Convento de los Descalzos. Presintiendo los peligros de la guerra, temía no regresar para ver crecer a sus hijos, preocupación que también compartió con su esposa, Dolores. Para proteger su futuro, decidió dejar un considerable monto económico que asegurara su educación en caso de que no volviera.
“En su última carta, le menciona que tal vez no regresará y le deja un dinero en el banco para que, en caso de que fallezca, haya recursos para la educación de los menores”, manifestó Germán.
En otro momento de la entrevista, el otrora trabajador del Ministerio de Transporte y Comunicaciones dio a conocer que tuvo la suerte de conocer el monitor Huáscar, el cual se encuentra en el mar chileno. Él admira cómo lo han sabido cuidar.