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Las vidas de Antonio Maíllo, el profesor que ya libró todas las batallas en IU, también contra el cáncer, y acaba de derrotar a una ministra

Izquierda Unida (IU) lleva largos años a la sombra, integrada en artefactos políticos más potentes, primero Unidas Podemos, ahora Sumar. Como ventaja, ha logrado sobrevivir, pero el horizonte es incierto. Su mayor capital, una ministra, la de Igualdad y Juventud, Sira Rego. Pero, tras Alberto Garzón, ya fuera de la vida pública, ni siquiera Rego ha demostrado la fuerza interna que debiera, derrotada en las primarias para decidir la nueva dirección de la histórica formación.

Ha ganado Antonio Maíllo, quizá desconocido a escala nacional, no así en Andalucía, y un dirigente que dará la pelea en el espacio político. Una enfermedad y una falta de vocación, por cansancio, hastío, le apartaron del camino. Contra pronóstico ha regresado y pasa al primer plano. Tiene una historia interesante.

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Maíllo (Lucena, Córdoba, 1966) anunció en 2019 que dejaba la política, que regresaba a las aulas. En su LinkedIn sigue figurando como profesor de educación secundaria de Latín. Dijo que “por estrés” y cinco años más tarde la situación no ha cambiado, si es que no se ha agravado, pero cree poder aportar su gestión y experiencia para “desembarrar”. “Hay que meterse en política para que deje de ser tóxica”, defendió en una de sus primeras apariciones tras saberse su regreso y candidatura para ser el coordinador general de IU.

Antonio Maíllo
Antonio Maíllo, coordinador general de Izquierda Unida (IU). (Jesús Prieto/Europa Press) (Jesús Prieto / Europa Press/)

Susana Díaz, Teresa Rodríguez, Iglesias y Garzón

Pero antes ha de acabar el curso. Compatibiliza el logro con las últimas semanas de clase, con los exámenes. Es docente desde los 23 años, tras abandonar en el último año la carrera de Derecho para disgusto de sus padres. Opositó y empezó a impartir Latín y Griego Clásico, lenguas que domina además del inglés y el italiano. Una de sus virtudes más marcadas y que ha exhibido en incontables ocasiones en el Parlamento de Andalucía es su oratoria.

Con esa oratoria y forma de hacer, Maíllo recayó en la política en los momentos más turbulentos pero también más apasionantes y definitorios de los últimos tiempos. A modo de resumen, ha sido parte de un gobierno de coalición en su tierra entre 2012 y 2015, con Susana Díaz como presidenta, y expulsado finalmente por ésta; salvó a IU de la irrupción de Podemos de la mano en esta región de Teresa Rodríguez; firmó el primer acuerdo IU-Podemos que se dio en España y estuvo en el centro de todos los enfrentamientos en defensa de sus siglas. El más ‘virulento’ (interna y dialécticamente), por el peso y perfil del contendiente, contra Pablo Iglesias.

Desde su elección como responsable de IU Andalucía en junio de 2013 vivió seis años de alta intensidad, con campañas encadenadas, el 15-M de por medio y la aparición de un potencial depredador como era Podemos, llamado a enterrar a una IU. Heredó de su predecesor, Diego Valderas, los últimos meses de gobierno compartido en la Junta y no se puede afirmar que tuviera sintonía con Díaz, entonces todopoderosa. Ella adelantó elecciones dispuesta a desembarazarse de la coalición y Maíllo rescató cinco escaños y grupo propio y se sentó con Teresa Rodríguez, sabedor los tiempos que venían, del fin de las mayorías amplias. Acabó alumbrándose Adelante Andalucía, germen de lo que más tarde fueron acuerdos nacionales.

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Sira Rego
Sira Rego, ministra de Juventud e Infancia. (María José López/Europa Press) (María José López / Europa Press/)

La enfermedad y los principios

En diciembre de 2015, la política pasó a un segundo o tercer plano. En plena campaña de elecciones generales sufrió una indisposición. Le diagnosticaron un cáncer de estómago que le afectó, pero no derribó. Solo estuvo fuera unos meses.

Maíllo impulsó a Alberto Garzón y le respaldó mientras fue líder de IU, pero un hecho reciente dinamitó esta lealtad pública y fue el anuncio del fichaje, ya como exministro de Consumo, de Garzón por la consultora Acento. La presión social, más de los ‘amigos’ que de los enemigos, hizo al dirigente dar marcha atrás y buscar otra vía profesional: “La izquierda en la que creo es menos inquisitorial y más humana”, se quejó. Para Maíllo, se trataba de “una contradicción brutal y una impugnación a la inicial trayectoria de aquel joven del 15-M que nos encandiló a tantos”.

Maíllo, 38 años militante, da el paso para tratar de cerrar conflictos en IU y recuperar terreno en el marco nacional de Sumar, un proyecto que aún no ha demostrado solidez en las urnas. Su misión, hacer resistente y reconocible a la coalición ante lo que pueda venir. Ya lo hizo en Andalucía y ha considerado que es el momento de hacerlo a mayor escala. De otra forma no habría dejado las aulas. De inicio, ha triunfado sobre una ministra.

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