Laura Bozzo fue uno de los personajes más icónicos y controversiales de los últimos años del siglo XX. Y no solamente por sus controversiales programas de televisión en las que solía exponer la vida privada de personas de bajos recursos utilizando los más escabrosos métodos, con tal de lograr el mayor rating posible., Pero una de sus debilidades en aquellos años fue la tentación de poder.
Esa tal vez haya sido su perdición y el motivo por el que debió pasar tres años encerrada en un estudio de televisión. Esto es lo que realmente pasó durante todo ese tiempo.
De la política a la TV
Desde muy joven, Laura Cecilia Bozzo Rotondo, su nombre completo, mostró inclinaciones para la vida política. Ya en 1987, durante el primer gobierno de Alan García, ingresó trabajar a lo que era el Instituto Nacional de Cultura (INC). Para 1989 fue nombrada Directora Técnica.
En 1992 fue elegida como regidora de la Municipalidad de Lima por el Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos (FRENATRACA). Cuando acabó su periodo, postuló al Congreso en 1996 por el Movimiento Obras, pero no logró alcanzar una curul.
Para ese entonces, ya había decido incursionar a la televisión y tenía un programa llamado ‘Las mujeres tienen la palabra’ que al principio tenía un corte netamente feminista.
Pero con el tiempo, este show fue mutando hasta convertirse en un programa político en el que solía criticar con dureza a, paradojas de la vida, al entonces presidente del Perú Alberto Fujimori.
Pero al llegar 1997, RBC pasó a manos de empresarios ligados al régimen y Laura se quedó sin programa. Aunque no por mucho tiempo, ya que se había hecho medianamente conocida y se mudó a Panamericana Televisión, en donde debuta con ‘Intimidades’.
El estilo polémico de la Bozzo ya era su marca personal y eso fue lo que llamó la atención de la familia Crousillat que la convocó para darle forma a ‘Laura en América’, un programa que era una rara mezcla de otros shows internacionales como el de Christina Saralegui, Geraldo, y David Letterman pero con un estilo muy peruano.
El mismo que incluía temas como maltrato a la mujer, a los niños y adolescentes, alcoholismo, desempleo, infidelidad, etc.; pero desde un punto de vista que casi todos los casos terminaban en una bronca descomunal dentro del set.
A pesar de las acusaciones de todos los casos eran armados, Laura siempre defendió que todos los casos eran verídicos. Solo el tiempo se encargaría de desmentirla en este punto. Eso tampoco fue impedimento para que la cadena Telemundo le pusiera el ojo y la contratara para repetir la fórmula, pero esta vez para todo el continente.
Laura estaba en su apogeo, pero pronto descubriría que todo lo que sube, tiene que bajar tarde o temprano. Lo sabría de manera más dura.
La bajaron del avión
Tras la caída del régimen fujimorista, tras la publicación de los ahora famosos ‘vladivideos’, ‘Laura en América’ también vio su fin en julio del 2001. Pero solo en Perú, pues para el resto del continente el show continuaría por un rato más en Telemundo.
Hasta que meses más tarde, en julio del 2002, la Bozzo intentó viajar a Miami (Estados Unidos) para grabar unos de sus spots, pero cuando ya casi estaba en el avión, fue bajada del mismo por las autoridades peruanas que le informaron que no podía dejar el país, y de hecho ni su casa, ya que sobre ella pesaba una investigación por corrupción, puesto que era acusada de recibir millonarias cifras de dinero de parte del asesor presidencial, Vladimiro Montesinos, con la finalidad de vender la línea editorial de su programa.
Sin embargo, eso no detuvo a Laura de seguir trabajando para Telemundo. Es por eso que fijó su domicilio legal en los estudios Monitor, ubicado en el distrito de San Borja. En este sitio, se acondicionó un cuarto para ella, cocina, baño; además de tener el set de televisión a la mano.
El encierro
Al principio todo parecía ir normal. Laura continuaba grabando sus programas que serían retransmitidos por Telemundo para 23 países americanos.
Para este gran público, la polémica conductora seguía siendo la ‘abogada de los pobres’ que siempre sacaba cara por los más necesitados. La otra cara de la moneda era el Perú, y es que aquí su nombre se convirtió en casi una mala palabra. Y el tiempo seguía corriendo y la Bozzo no lograba su libertad. Esto comenzó a afectarla psicológicamente.
Tal como lo cuenta el cómic biográfico ‘Señorita Laura’ (2015) las noches comenzaron a ser eternas y era común que a mitad de la noche llamara a miembros de su producción llorando luego de haber tenido una pesadilla con los escabrosos casos que presentaba en su show.
Como una manera de pasar el tiempo, y para que el encierro no le afecte más de lo que ya lo hacía, Laura organizaba lujosas cenas y fiestas para sus amigos más íntimos. Es más, alguna vez se denunció que se había escapado de su prisión provisional para asistir a alguna fiesta de año nuevo.
De la familia, se dice que nunca te abandona ni en los momentos más duros de tu vida. Eso lo demostró, con creces, el papá de Laura que a pesar de estar siguiendo un tratamiento contra el cáncer, no dejó de visitarla ni un solo día.
Finalmente, luego de tres años de encierro, Bozzo Rotondo fue condenada a solo cuatro años, pero con el tiempo que ya había pasado las autoridades se dieron por bien servida.
Tras su liberación, al poco tiempo Laura se mudaría a México a retomar su carrera y a comenzar una vida; pero los problemas la siguieron hasta el país azteca. Pero eso ya es material de otra historia.