El Parlamento de Lituania (Seimas) ha dado ‘luz verde’ a la propuesta presentada por el Gobierno para certificar la retirada de la convención internacional contra el uso de municiones de racimo, permitiendo así que Vilna pueda comprar, almacenar y utilizar este tipo de armamento.
El Gobierno lituano aprobó ya esta propuesta en Consejo de Ministros a comienzos de julio, y ahora el Parlamento ha aprobado por amplia mayoría la iniciativa, presentada en su día por el Ministerio de Defensa como una maniobra para mejorar la seguridad nacional ante posibles amenazas rusas.
“Este tipo de convenciones son importantes cuando todos los países se adhieren a ellas. En este caso, el problema es que la Federación Rusa, que agrede a Ucrania y tiene ambiciones imperialistas, no respeta las reglas”, ha manifestado el ministro de Defensa, Laurynas Kasciunas, durante la sesión.
Así, el encargado de la cartera de Defensa ha incidido en que cuando Lituania firmó este acuerdo fue “en una era diferente” y ha lamentado que “ahora es todo mucho más complicado”. “Sería un gran error si el Estado, mientras se prepara para su defensa, dijera qué capacidades no utilizaría”, ha añadido.
Ahora, tras esta decisión, el Ministerio de Defensa liderará las negociaciones con los países de la región –incluidos los bálticos, Finlandia y Polonia– para discutir la compra conjunta de municiones de racimo, según informaciones recogidas por la radiotelevisión pública lituana LRT.
Lituania comparte cerca de 230 kilómetros de frontera con el exclave ruso de Kaliningrado. Otros 680 kilómetros le separan de Bielorrusia, el principal aliado de Rusia en un contexto en que Moscú se ha ido quedando aislado como respuesta a la invasión de Ucrania.
De hecho, la guerra en Ucrania ha provocado que todos los países del Báltico –que comparten frontera en mayor o menor medida con Rusia– hayan reforzado sus políticas de defensa y seguridad ante posibles amenazas provenientes de Moscú.
La mayoría de los países de la región tampoco se han adherido a la Convención sobre Municiones de Racimo, que entró en vigor en 2010 y ha sido ratificada por más de un centenar de Estados, aunque otros como Rusia, Estados Unidos o los bálticos se mantienen al margen.
Las características de estas bombas, que se dividen en submuniciones una vez lanzadas, hacen que tenga un impacto indiscriminado en la zona donde se arroja, al tiempo que las convierten en una amenaza a largo plazo para los civiles.
Las autoridades lituanas consideran que el país debería poder hacer uso de este tipo de municiones ya que son un medio de defensa muy eficaz y que Rusia y Bielorrusia tampoco dudarían en usar.