Jaime León
Teherán, 26 jun (EFE).- Ni el velo, ni las libertades. La economía es la principal preocupación de los iraníes ante las elecciones presidenciales del viernes, que no despiertan esperanzas de que mejore la situación en el país.
Los iraníes se enfrentan a una inflación crónica de en torno al 40 % y a un rial en continua depreciación, lo que provoca una constante escalada de precios, que se suma además a un 20 % de desempleo joven.
Los precios de productos básicos como el pan ha aumentado un 200 % en los últimos años y la carne ya es un lujo inalcanzable para algunos iraníes, en un economía hundida en parte por las sanciones que reimpuso Estados Unidos en 2018.
Todo ello alimenta un profundo desencanto y resentimiento contra la República Islámica, que incluso deja en un segundo lugar cuestiones como las libertades y los derechos humanos.
“Mientras no tengas para comer o pagar los gastos básicos, el alquiler o los estudios de tus hijos no puedes pensar en los problemas sociales”, explica a EFE Nilufar, una iraní de 42 años que trabaja en una empresa de construcción.
“La economía debe ser la prioridad”, asevera.
Nilufar tiene un trabajo de ocho horas en el departamento de ventas de una empresa de construcción en Teherán, y su marido también trabaja, pero en su tiempo libre conduce un taxi para hacer frente a los gastos de su familia.
“Tengo una hija que está haciendo cursos para prepararse el examen de entrada de la universidad y es caro, por eso conduzco un taxi”, explica esta madre preocupada por el futuro de su hija.
Tiene pensado votar a Masoud Pezeshkian, el único candidato reformista, en parte porque este bloque político se muestra a favor de cierta apertura del país y de mejorar las relaciones con Occidente.
“Los conservadores creen que las sanciones no son tan importantes y que utilizando las capacidades internas del país se pueden resolver los problemas. Yo no estoy de acuerdo con esto”, afirma.
Los otros cinco candidatos a las elecciones son conservadores o ultraconservadores, y entre ellos destaca el presidente del Parlamento, Mohamad Baqer Qalibaf, quien goza de buena reputación por su gestión de la alcaldía de Teherán hace años, y que ha asegurado que buscará la eliminación de las sanciones, aunque no cómo lo hará.
El también favorito Saeed Jalili, ultraconservador, ha apostado por mejorar las relaciones económicas con África y América Latina para hacer frente a las sanciones estadounidenses.
Unas promesas que no calan entre muchos votantes, especialmente entre los jóvenes, grupo muy afectado por el desempleo.
“No votaré. Lo hice en 2021 y no cambio nada. La economía ha empeorando de hecho”, dice a EFE Leyla una joven de 22 años recién licenciada en Psicología y quien no encuentra trabajo en la ciudad religiosa de Qom.
“Los jóvenes como nosotros que no tenemos experiencia laboral y acabamos de graduarnos no podemos encontrar un empleo decente. Tengo varias amigas que están en la misma situación”, asegura.
Los más veteranos tampoco ven luz al final del túnel.
“Hace unos años, me podía permitir comprar un cordero entero al mes. Ahora para comprar unos kilos de carne tengo que trabajar diez días“, explica a EFE, Ghias Mirzaei, mozo de almacén de 62 años en el bazar de Tajrish, en el norte de Teherán.
Algunos analistas creen que los problemas económicos del país no solo dependen de quién salga elegido presidente, sino que tienen que ver con la estructura y la ideología del país.
“Nuestra economía sufre de una estructura económica política rentista ideológica”, dice a EFE el analista económico Mahmud Jamsaz.
“En otras palabras, lograr objetivos políticos es preferible a lograr objetivos económicos”, asegura el experto, quien cree que el ganador de las elecciones tendrá que primar los objetivos ideológicos.
En estas condiciones se ha disparado la emigración por motivos económicos, hasta el punto de que algunos parlamentarios han llegado a proponer prohibir la salida de profesionales sanitarios, que empiezan a escasear en el país.
“No veía futuro en el país, por eso me fui”, explica a EFE un iraní que trabajaba en una empresa de telecomunicaciones y que emigró a Canada en busca un mejor porvenir. EFE
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