Un Patek Philippe de seis cifras, la predilección por el estampado de leopardo y lujo. Mucho lujo. Noches eternas y acuerdos que se cierran en las zonas VIP de las discotecas más exclusivas, una suerte de cónclaves papales en los que los crímenes adquieren un tono ético y moral. Son como una sesión de skincare para los delincuentes más codiciados de la Costa del Sol. Marbella es una bomba de relojería, además de la nueva serie a cargo de Dani de la Torre y Alberto Marini (La Unidad y La Unidad Kabul) que se estrena este jueves 2 de mayo en Movistar Plus+.
Los creadores se inspiraron en un artículo de El País, escrito por Nacho Carretero y Alberto Lezcano en el año 2021, y titulado Marbella, sede global del crimen organizado, para hablar (en un tono más liviano al que acostumbran en la ficción) de cómo la ciudad andaluza alberga a los capos de las grandes mafias del mundo. Armas, drogas y criptomonedas: los criminales más buscados de Europa se bañan en las lagunas de la ilegalidad marbellí, un ecosistema propio que alimentan y protegen abogados y policías que bailan con la corrupción.
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“Todo el mundo sabe que existen”, dice Hugo Silva sobre los grupos de crimen organizado que chapotean a diario en Marbella. En la serie, el veterano actor interpreta a César, un abogado que tiene que defender a los criminales más notorios de la ciudad. Un bribón que tiene los contactos suficientes para evitar que sus clientes mafiosos pasen una temporada entre rejas. “No es un sitio donde se opere, a Marbella van a descansar, a disfrutar, a gastar su dinero”, admite en una entrevista con Infobae España. Su personaje se mueve “en un límite muy peligroso” que le acerca al delito. “César es bastante manipulador, muy a su pesar, y quiere tener al cliente controlado”, explica.
Hugo Silva leyó el artículo de Carretero y Lezcano y “flipó”: “Es como si entraras en una película de Scorsese”, admite. El actor estuvo en los aledaños de los restaurantes y clubs más lujosos de la ciudad, escenario en el que los criminales más ostentosos abrazan sus trapicheos. Capos de la droga, del tráfico de kalashnikovs y del mal gusto se codean a plena luz del día en Marbella, ciudad (y serie) que muta a pasarela en la que mostrar las últimas compras de alta costura o los relojes que permitirían a cualquier ciudadano de clase media pagar la entrada de un piso. “Una persona que se compra un chándal de 12.000 euros que no puede ser más feo, una gorra enorme con la marca puesta y que se mete en un Lamborghini verde necesita llamar la atención desde lo más infantil de su ser”, sentencia.
La ostentación de sus personajes es sólo un ejemplo de la importancia que el dinero tiene en la sociedad coyuntural. “No hay nadie que no se mueva por dinero en este mundo”, dice contundente el actor. “Es muy frustrante porque, da igual lo informada o educada que esté la población, mientras el sistema se base en el dinero, los grandes poderes económicos van a ser los primeros”, apostilla.
“Una persona que se compra un chándal de 12.000 euros y que se mete en un Lamborghini verde necesita llamar la atención”
La moral de la abogacía
Marbella cuenta con una amplia carta de personajes que alardean sobre diversos arquetipos vitales: la moda, el culto al cuerpo, los chándales de Versace y los oros con la cara de Medusa, la figura mitológica griega que convertía a sus detractores en piedra con sólo una mirada. En la ficción de Dani de la Torre y Alberto Marini, a los enemigos se les esteriliza con una visita privada a una discoteca en Puerto Banús.
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Hugo Silva interpreta a un abogado que tiene que defender a los criminales más buscados del país (y del planeta), una labor que no sabe si podría desempeñar en la vida real, pero que no le supone ningún “problema moral” en el terreno interpretativo. “Lo bueno de ser actor es que puedes hacer lo que te dé la gana”, indica. “Hace poco vi un caso donde se está juzgando a una persona a la que posiblemente le pueda caer pena de muerte”, dice sobre el caso de Daniel Sancho, aunque sin aventurarse a mencionar su nombre. “Hay un abogado que está defendiendo a la acusación y, si le sale bien el negocio, esa persona va a morir porque en ese país hay pena de muerte”, prosigue, para aclarar que lo anterior le resulta “muy controvertido”: “No sé si yo podría hacer eso”, dice.
“No me gusta el lujo y no entiendo la mitad de las cosas que César hace, pero por eso me resulta tan exótico interpretarlo”
“No me gusta el lujo y tampoco entiendo la mitad de las cosas que hace este personaje, pero precisamente por eso me resulta tan divertido y tan exótico interpretarlo”, concluye Silva, que a partir de este jueves jugará a las casitas de mafiosos en una serie que conjuga la acción y el drama con escenas caricaturescas del lujo chabacano marbellí.