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Martha Canfield, la heredera universal de Jorge Eduardo Eielson: por qué el poeta no hablaba de su niñez y nunca quiso tener nacionalidad italiana

Jorge Eduardo Eielson – Martha Canfield – poesía peruana – literatura peruana – Perú – 5 de mayo
La escritora uruguaya le dijo a Eielson que fundaría un centro de estudios dedicado a su obra. (escritores.org / El Peruano)

En el lienzo de la vida, Jorge Eduardo Eielson fue un mago de las paletas, un danzante de palabras, un escultor de emociones. En cada pincelada, sus colores cobraban vida. Sus versos eran ríos de poesía, navegando en el océano del alma humana. En la escena del arte, él fue el actor y el director: fusionó cada forma, cada color, cada sonido en una sinfonía de creatividad. Desde las alturas del lienzo hasta las profundidades del verso, su espíritu inquieto exploró cada rincón del universo artístico.

En este vasto escenario, Martha Canfield, albacea de sus legados, fue testigo de la magnitud de su obra. Ella tuvo el honor de conocer a este prolífico artista en Italia, donde fue testigo privilegiada de sus impactantes creaciones artísticas. Se ha sumergido en el mundo creativo de Eielson en distintas etapas de su vida y continúa haciéndolo, puesto que es fundadora del Centro de Estudios Jorge Eielson.

La poeta y traductora uruguaya no se involucra en la lectura, revisión o apreciación de las obras de arte del artista peruano simplemente por ocupar la presidencia de la asociación, sino que lo hace impulsada por una convicción y una pasión genuina. Además, ella le hizo una promesa al autor de El cuerpo de Giulia-no que ha cumplido con creces.

Infobae Perú conversó con Martha Canfield, la íntima amiga de Jorge Eduardo Eielson, sobre la promesa que le hizo al artista, pasajes conmovedores de la vida del poeta y otros temas que concitan la atención de las personas de distintas latitudes del mundo. A través de su trabajo, la escritora ha encumbrado el nombre de nuestro compatriota.

Jorge Eduardo Eielson – Martha Canfield – poesía peruana – literatura peruana – Perú – 5 de mayo
Martha Canfield es la albacea de Jorge Eduardo Eielson. (giornaletrentino.it / imer.mx)

―Sabemos que Jorge Eduardo Eielson fue un artista que incursionó en casi todas las artes y fue reconocido a nivel mundial; sin embargo, en su juventud no era muy conocido en el Perú. ¿Por qué cree que su obra no llegó a muchos peruanos?

―Creo que tal vez no fue reconocido inicialmente porque, en primer lugar, se fue del Perú siendo muy joven. Sin embargo, fue reconocido cuando le otorgaron el Premio Nacional de Poesía del Perú. Eielson no se quedó en el país porque, al igual que muchos intelectuales de esa época, consideraba que el centro de la cultura estaba en Europa. Por lo tanto, obtuvo una beca y se fue a París. Otra razón por la cual su obra no fue muy conocida durante un tiempo es porque, al no estar en su país, sus libros y cuadros no circulaban. Eso impidió que sus creaciones artísticas llegaran a muchas personas.

―¿Qué reflexión te sugiere el hecho de que en un momento de su vida, Eielson afirmara que en el Perú no comprendían sus creaciones artísticas?

―Tengo la impresión de que la obra de Eielson es extraordinariamente innovadora y desafiante. En un principio, su poesía estaba muy arraigada en la tradición, con un lenguaje neobarroco y convencional. Sin embargo, luego rompe con esa tradición, lo cual puede resultar desconcertante. Pero una vez que aceptamos el desafío que su obra plantea y nos dejamos llevar por su lenguaje y sus formas, en realidad no resulta difícil de comprender.

―La incomprensión de los lectores podría haber radicado en que el poeta tenía un estilo poético peculiar que lo diferenciaba de otros vates.

―Él desarrolló un tipo de estilo en un momento determinado, luego puede utilizar uno distinto en otro proyecto literario. Eso hace muy especial a Eielson. No sé cuántos otros poetas podemos encontrar que tengan esta capacidad de modificación en su poética.

Efemérides - Perú – historias – 8 marzo
La innovadora obra de Jorge Eielson continúa influyendo en el mundo artístico tras su muerte en 2006. (Andina)

―A propósito del cambio de estilo poético de los escritores, es sabido que la obra de César Vallejo tuvo tres etapas distintas: modernista, vanguardista y de compromiso social. En ese sentido, ¿ocurrió algo similar con Eielson?

―Recuerdo que hace años Ricardo Silva Santisteban dividió la obra de Eielson en varias etapas en una edición que se publicó en el Perú. En el prólogo, él asignaba diferentes períodos y les daba títulos, lo cual fue muy lúcido por su parte. La primera etapa era neobarroca, pero luego fue poesía experimental y más tarde hizo una poesía más meditativa.

―Ahora que estamos hablando de su poesía, ¿por qué decidió titular su libro con “Poesía escrita”? ¿No es redundante?

―El título es indicativo de algo muy original en Jorge, y creo que lo hizo prácticamente solo él. ¿Por qué llama a su libro “Poesía escrita”? Parece algo obvio, ¿no? Lo dice porque para él la poesía podía ser de dos tipos: poesía escrita y poesía formal. ¿Qué es un cuadro, una pintura o una escultura? También es una creación poética que no utiliza escritura, pero sí utiliza formas, según el artista.

―Por otro lado, me gustaría conocer más sobre la infancia del escritor. Se dice que su padre murió cuando era niño; sin embargo, esto no fue verdad. ¿Qué sucedió con su progenitor?

―Su infancia fue muy trágica y él prefería no hablar mucho al respecto. Fue abandonado por su padre. Sin embargo, a los 80 años, el poeta descubrió que su padre no había muerto, sino que lo había abandonado y regresado a Estados Unidos, donde formó otra familia. Este descubrimiento fue sorprendente para Eielson, ya que toda su vida le habían dicho que su padre había fallecido. Él no tuvo una figura paterna presente en su vida. Su madre, que lo visitaba en la casa de una mujer que lo había adoptado, mantenía una relación fría con él.

―Es sabido que en Milán vivió muchos años con su pareja, Michele Mulas. Sin embargo, la vida le arrebató al ser que amaba, dejándolo solo.

―En el 2004, dos años después del fallecimiento de Michele, Jorge fue contactado por dos mujeres de apellido Eielson que creían ser parientes suyas. Una de ellas era Olivia Eielson, una artista y escritora estadounidense que toca el violonchelo. Ellas expresaron su deseo de conocerlo, ya que habían visto su foto en internet y creían que existía un vínculo familiar. Él aceptó recibir su visita y se encontró con Olivia y su prima Kari Mork Eielson, quien reside en Suiza. Durante el encuentro, Olivia le mostró una fotografía de su padre que resultó ser casi idéntica a una que Jorge tenía de su propio progenitor. Luego de un corto tiempo, Jorge llevó a su hermana a una casa en la isla de Cerdeña para pasar el verano juntos durante dos meses, y durante ese tiempo se sintió muy feliz. Él, en algún momento, me dijo: “Michele primero me dejó solo, pero luego me mandó a mi hermana para que me acompañe”.

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Jorge Eduardo Eielson y Michele Mulas, su pareja. (Difusión)

―Michele jugó un papel importante en la vida del literato. ¿Sucedió lo mismo con la mujer que lo adoptó? ¿Cree que ella lo orientó hacia el arte?

―Es difícil obtener información sobre la familia de Eielson, ya que la mujer que lo adoptó falleció hace años, y su hijo murió siendo muy joven. Una de sus hijas quedó en silla de ruedas y no tuvo hijos, y seguramente ya falleció hace tiempo porque era mucho mayor que el poeta. La otra, probablemente, esté muerta. Además, el apellido Sánchez es común, lo cual dificulta la búsqueda. Alguien en Lima está siguiendo algunas pistas, pero aún no hay resultados claros. En todas las correspondencias con amigos de Lima, no hay registros de comunicación con la familia.

En cuanto a quién lo orientó hacia el arte, creo que en primer lugar fue él mismo. Jorge sintió un impulso interno hacia estas expresiones artísticas. También tuvo la gran fortuna de contar con José María Arguedas como profesor. El novelista descubrió el potencial de su alumno y lo introdujo en el Perú prehispánico.

―¿Cuál fue su impresión al ver por primera vez a Eielson? En los videos de YouTube se le ve con una actitud parca y reservada.

―La verdad es que no me dio esa impresión. Hay otros artistas a quienes les encanta hablar de sí mismos, pero él no era así. Él era muy amable y acogedor, aunque hablaba poco. Siempre tuve esa impresión.

―El artista vivió varias décadas en Italia. En algún momento de su vida, ¿buscó conseguir la ciudadanía italiana?

―Un día le dije: “Hace 40 años que estás viviendo en Italia y por el tiempo que llevas aquí, seguramente podrías obtener la ciudadanía italiana”. Luego de decirle esto, me respondió: “La ciudadanía jamás la pediré. ¿Qué dirían en el Perú? Imagínate si pido la ciudadanía italiana. No, no, yo soy peruano, no quiero eso. En el Perú, nunca me lo perdonarían. No lo haré nunca”.

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Eielson fue un mago de las paletas, un danzante de palabras, un escultor de emociones. (Cosas)

―Sabemos que los escritores peruanos que viajan al extranjero pasan penurias económicas. En el caso de Eielson, ¿experimentó dificultades financieras durante su estancia en Italia?

―En Italia, comenzó a generar ingresos económicos con sus obras, ya que encontró galeristas que reconocían el valor de su arte. Es probable que no hubiera podido sostenerse del arte en el Perú. Por otro lado, entre las varias ciudades italianas que conocía, finalmente decidió establecerse en Milán, que no era la ciudad que le gustaba, pero que tenía una gran cantidad de galerías de arte contemporáneo. A él le atraían ciudades como Roma y Florencia, aunque en esta última el arte contemporáneo era menos valorado que el arte clásico.

―El 8 de marzo de 2006 falleció Jorge Eduardo Eielson. ¿Qué recuerdos vienen a su memoria cuando se habla de este lamentable hecho?

―El falleció el 8 de marzo de 2006, y un día antes estuve con él, pero tuve que despedirme porque tenía que regresar a Florencia. Cuando me enteré de su partida, me dijeron que falleció mientras dormía. Días después llevé el ataúd con su cuerpo a Milán, donde se realizó la cremación, como él había solicitado. Una vez que pude recoger las cenizas, las llevé a la casa ubicada en Cerdeña, donde estaba enterrado Michele. Eielson pidió que sus cenizas estén cerca a la tumba de su pareja.

―¿En los últimos años o meses de su vida, Eielson hablaba sobre la muerte o reflexionaba sobre ella?

―Él no hablaba específicamente de la muerte, pero sí discutía sobre lo que sucedería después de él. Cuando percibía que se acercaba el final, mencionó su deseo de designarme como su heredera universal. Habían realizado un testamento recíproco con Michele, pero tras la muerte de su pareja, todos los bienes de Michele pasaron a Jorge y él no tenía a quién más dejar sus pertenencias. Entonces, me dijo que yo sería su heredera universal. Le expresé mi agradecimiento por confiarme todo, pero también le planteé que tenía la intención de fundar un centro de estudios dedicado a su obra, como lo mínimo que podía hacer en su honor. A esto, él respondió con aprobación y me solicitó que no solo fuera para difundir su obra, sino también la de Michele, cuyo arte los galeristas no habían valorado ni comprendido adecuadamente. Además, me pidió que el centro fuera un lugar de estudio para el arte y la literatura latinoamericanos. Acepté su solicitud con gusto, comprometiéndome a cumplir sus deseos.

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Canfield es fundadora del Centro de Estudios Jorge Eielson. (Centro de Estudios Jorge Eielson)

―Eielson también expresó su deseo de que sus cenizas fueran esparcidas en el espacio e incluso envió una solicitud a la NASA. ¿Qué nos pueden contar sobre este pedido peculiar?

―Eso lo dijo en una entrevista que le hice. Él había querido hacer de su vida una obra de arte, pero, según decía, no lo había conseguido. Entonces dijo: “Lo único que puedo hacer ahora es que mi muerte sea una obra de arte”. Por eso él quería que las cenizas fueran lanzadas al espacio. Soñaba con que la NASA aceptara que todas las cenizas de los poetas fueran puestas en órbita alrededor de la Tierra, para que la poesía protegiera al planeta. Obviamente, la NASA le respondió que no era posible, así que sus cenizas no fueron esparcidas en ningún lado, sino que están sepultadas cerca de las de Michele.

―En relación con la misión que Eielson le encomendó antes de su fallecimiento, ¿considera que la ha cumplido o cree que aún queda mucho por hacer?

―Creo que he hecho todo lo posible. El Centro de Estudios Jorge Eielson, fundado por mí, ha experimentado un gran crecimiento y el trabajo ha sido muy positivo. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Por ejemplo, todo su epistolario aún no ha sido publicado. Tengo enormes carpetas llenas de cartas, algunas incluso con personajes famosos como la última que he descubierto con Octavio Paz, y estas cartas nunca han sido publicadas. Mi objetivo es recopilar todo ese epistolario y publicarlo, pero esta es solo una de las muchas tareas pendientes. También tengo manuscritos que aún no han visto la luz, porque necesitan ser recopilados y organizados. Seguiré difundiendo la obra del artista mientras tenga salud y años por delante.

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