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McLaren da la campanada en Miami: Norris se impone al Verstappen más humano y Piastri saca de quicio a Sainz

Lando Norris en el GP de Miami (REUTERS/Marco Bello)
Lando Norris en el GP de Miami (REUTERS/Marco Bello) (Marco Bello/)

En la Fórmula 1 actual, ver cualquier signo de debilidad de Max Verstappen es tan extraño como lo sería encontrarse con un unicornio en un paso de cebra. Y, sin embargo, el Gran Premio de Miami fue una de esas ocasiones para nada usuales en las que el campeón del mundo mostró cierta humanidad, ajeno al dominio abrumador que suele acompañarle en prácticamente cada circuito del calendario. El sexto que se visita en 2024 fue de todo menos amigable: un bolardo primero y un coche de seguridad después privaron al neerlandés de un triunfo que fue, por primera vez en su trayectoria, para Lando Norris. El encargado de confirmar, por si alguien no lo tenía claro, que McLaren, ahora sí, vuelve a estar en la élite del Gran Circo.

Recién superada la mitad de la prueba, al británico le vino a ver Dios con la salida del más oportuno, para él, de los safety car. Un accidente entre Logan Sargeant y Kevin Magnussen propició el milagro para Norris. Era primero cuando la carrera se ralentizó y lograría mantener ese puesto tanto en la resalida como en las vueltas que quedaban. No estaba cómodo Verstappen, que llegó a protestar por el grip y que no puso sobre el asfalto el punch habitual mientras rodó en solitario. Tampoco lo pasó nada bien, durante unos minutos de tensión absoluta, un Carlos Sainz que se quedó con la medalla de chocolate, la cuarta plaza. Ganada con mucho empeño a Oscar Piastri, que también llevó el McLaren al límite y acabó en la cola de la parrilla precisamente por su batalla con el español, quinto definitivamente al ser sancionado a posteriori.

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Carlos Sainz en el GP de Miami (Peter Casey-USA TODAY Sports)
Carlos Sainz en el GP de Miami (Peter Casey-USA TODAY Sports) (Peter Casey/)

“¡Me ha empujado fuera!”, clamó Sainz en plena lucha con el australiano. “Está muy claro”, decía por la radio, sin ocultar de ninguna manera el enfado que sentía por la manera en la que Piastri defendía la posición. “Que le digan que tiene que darme la posición y así no coge penalización. Decid a McLaren que se lo digan, tienen que decírselo”, pedía a Ferrari. No habría investigación por este primer lance, pero sí, a la conclusión y con 5 segundos y un punto de superlicencia de castigo, por un segundo en el que la rueda trasera de Sainz y el alerón trasero de Piastri se tocaron, con consecuencias fatales para el segundo. “Algo va mal en el coche”, aseguró Carlos. Pero la cosa no fue a mayores. Ya había ganado una partida que menos mal que pudo jugar: Checo Pérez estuvo a punto de llevarse por delante a ambos Ferrari al poco de salir.

Fue una lástima que el madrileño se quedase sin podio e incluso sin victoria. No le vino nada bien la entrada en escena del coche de seguridad y tampoco fue favorecido, para variar, cuando estuvo rondando los dominios de su compañero Charles Leclerc. No se cortó e intentó el overcut: ganarle tiempo al rival que ya ha parado en boxes. Pero poco o nada importó. Tanto en la primera mitad del GP como en la segunda y definitiva, quien terminó delante y se quedó con el último puesto de honor, el tercero, fue el monegasco.

Alonso entra en los puntos y se ensaña con los Alpine

Uno de los pocos pilotos que pasó por el pit lane cuando se produjo el virtual safety car motivado por el encontronazo de Verstappen con el bolardo de la discordia fue Fernando Alonso. En una jornada en la que los focos estuvieron casi siempre alejados de lo que hacía a los mandos de su Aston Martin, el bicampeón del mundo cumplió su pronóstico más optimista. El que había firmado un rato antes de que el semáforo se pusiera en verde: ser noveno, como consiguió, o décimo.

A pesar de que se tocó con el Alpine de Pierre Gasly al iniciarse las hostilidades, Alonso realizó una salida al ataque de las que tanto le gustan. Ganó hasta tres posiciones e hizo un trabajo silencioso que, poco a poco, le permitió ir acercándose más y más a la zona de puntos, en la que finalmente acabaría instalado. En la vuelta 17, ya la acariciaba, puesto que era undécimo. Un poco después, se vengaba de Gasly con un adelantamiento de manual.

Alonso durante la carrera en Miami (REUTERS/Marco Bello)
Alonso durante la carrera en Miami (REUTERS/Marco Bello) (Marco Bello/)

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Nico Hülkenberg sería su siguiente víctima, aunque Magic se gustaría aún más a la hora de superar a Esteban Ocon. Lo lograría, vengándose de la alineación de Alpine, su anterior equipo, al completo. Quien sí pudo respirar tranquilo sintiendo el aliento en la nuca de Alonso fue, al menos este domingo, George Russell. No sería por falta de ganas de su amigo de quitarle el sitio: aunque la empresa fue imposible, no paró de recortarle tiempo. Ni Fernando ni Carlos Sainz lo perdieron para, en cuanto se bajaron de sus respectivos monoplazas, acudir con mucho gusto a darle un abrazo a Norris, en el a buen seguro día más feliz de su vida. Cuando todos sus compañeros de profesión se alegran por él, algo querrá decir: tiene 24 años y aquí hay madera de estrella. Aunque para ganar a Mad Max haya que sufrir primero desgracias tales como golpearse la nariz en una fiesta (Norris) o superar una apendicitis (Sainz). Sea como sea, Carlando lo ha conseguido.

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