¿Un mánager de medios metido en un caso policial? Sí. El asesinato de Fernando Pastorizzo en manos de Nahir Galarza, quien fuera su novia y hoy purga una cadena perpetua en la Unidad Penal 6 de mujeres Concepción Arenal de Paraná, ocurrió en la madrugada del 29 de diciembre de 2017 en Gualeguaychú. La joven de 25 años, que ya lleva seis en prisión, fue condenada a la pena más alta por haber matado al joven de dos balazos. Sin embargo, en pleno proceso, un personaje mediático apareció en escena para poner en duda la decisión de la Justicia. Se trata de Jorge Zonzini, especialista en imagen y posicionamiento, a quien Nacho Gadano le puso el cuerpo para la película Nair, recientemente estrenada en la plataforma Prime Video. “No me quise involucrar mucho en la causa. Traté de enfocarme en las escenas que marcaba el guion, porque esto es una película y la realidad es mucho más compleja. Pero hay cuestiones que no cierran”, dice el actor en diálogo con Infobae.
—¿Usted lo conocía a Zonzini?
—No y todavía no lo conozco personalmente. Estamos conectados por Instagram y WhatsApp, pero nunca nos juntamos. Y a mí me pareció mejor que fuera así para que no influyera en mi interpretación. Él entra en un momento de la película y, después, no aparece más. Así que yo intenté poner el foco en una persona que va a cambiarle la imagen a Nahir en los medios y que luego se involucra, por lo que termina comprometiéndose en el caso judicial también.
—¿Pero cómo justifica su personaje el hecho de que alguien de los medios entre en escena frente a un asesinato?
—Su aporte, tanto en la película como en la realidad, tiene que ver con el hecho de modificar el foco en relación a lo que estaba pasando en ese momento con el caso. La chica había confesado y todo el mundo la odiaba. Estaba demonizada. Y él lo que intentó fue cambiar la imagen de Nahir para que no fuera víctima de la sociedad, aún siendo una persona condenada que está cumpliendo su pena en la cárcel.
—¿Creía que había sido sentenciada por los medios antes que por la Justicia?
—Exacto. Él, en principio, va por un tema mediático. Quiere demostrar que Nahir no es un monstruo, sino que es una adolescente que tiene un montón de problemas, cuestiones familiares y un noviazgo conflictivo en una sociedad complicada. Todo eso se ve, de alguna manera, en la película. Aunque, obviamente, el tiempo que dura un film no alcanza para documentar una trama tan compleja.
—Convengamos que el hecho de haber tenido una realidad dura e, incluso, de haber sido una supuesta víctima de violencia de género no la exime de haber sido encontrada culpable de asesinato….
—Es muy difícil saber realmente lo que pasó. Uno puede intuir. Y yo intuyo que hay un montón de cosas que no están claras, como la relación de ella con el padre, con Fernando…Por eso es que hay opiniones divididas. E, incluso, ella misma ha ido cambiando su declaración. Lo que noto es que a Nahir se la trata de mentirosa, que es algo muy feo en una situación en la que hay una víctima que murió. Pero que también es una chica que está llena de presiones. Y que hay cuestiones que, aparentemente, ella no maneja. Entonces, a mí no me parece tan grave su mentira. Lo que me parece grave es que haya habido distintas declaraciones y que eso no se haya aclarado. Algunos toman partido por la confesión dos, otros por la tres, otros por la cuatro… ¡En fin!
—¿No puede ser solo un cambio de estrategia de defensa?
—Claro. Pero, a lo mejor, cuando ella se confesó culpable también fue una estrategia. Capaz que eso era mentira y lo que es verdad es lo que dijo más adelante.
—¿Se refiere a la posibilidad de que el autor del asesinato fuera su padre, Marcelo Galarza?
—No está tan claro si ella lo mató a Fernando. Y, si efectivamente lo mató, no está tan claro cómo fue. Que Nahir esté condenada, privada de su libertad, me parece que está bien. No hay por qué dudar de eso. Pero de ahí a una cadena perpetua y que no se siga investigando sobre una serie de cuestiones que no están claras, es raro. Es verdad que no se puede probar que el padre hubiera llegado al lugar en auto y que nadie se hubiera dado cuenta ni hubiera dejado huellas. Pero también es cierto que él era un policía especialista en rastros. Y ese es un dato muy fuerte. Hay mucha evidencia de que el juicio fue bastante…oscuro.
—¿Entonces usted abona la teoría de que el padre puede haber sido el autor material o el instigador del crimen?
—Yo lo único que puedo decir, es que eso lo dejaría abierto. Ella está condenada en primera y en segunda instancia y no se sabe si la Corte Suprema puede revisar el contenido del juicio. Pero yo volvería sobre eso. Más allá de que es muy complicado comprobar que el padre estaba ahí, yo no descartaría que fuera el autor o el instigador. O, por lo menos, que tuviera alguna complicidad en el caso. Más allá de que, como dije, haya habido pruebas como para sentenciar a Nahir y que está bien que hoy esté presa. Pero yo vería el tema de la cadena perpetua. No puedo afirmar ni negar, pero sí puedo dejar abierta la causa. Porque el chico también merece justicia. ¿Y si no fue ella? ¿O si fue pero instigada por otros motivos?
—¿Qué refleja la película?
—Hay muchas cosas que se muestran textuales, como la entrevista que le hizo Mariana Fabbiani y algunas declaraciones que se hicieron en el juicio. Pero, el resto, son todas conjeturas. Por eso insisto en que no cerraría la causa. Acá se mezcla mucho la ficción con la realidad. Pero la película me parece muy valiosa porque se plantean un montón de hipótesis. Y porque está todo el tiempo abriendo distintas posibilidades. No toma partido, al contrario, da lugar a que se siga pensando.
—Puntualmente, ¿cree que Zonzini sabe cuál es la verdad?
—No sé qué tan verosímil es la información que maneja él. Pero creo que sus conjeturas tienen una base sólida. Porque él estuvo investigando. Pero no son pruebas que alcancen para cambiar la condena de Nahir. Simplemente, hay presunción de que las cosas podrían haber sido de otra manera. Y, en eso, creo que Zonzini es clave porque es quien mueve el avispero e, incluso, hace que ella cambie su declaración poniéndose en contra de su padre.
—¿Cuáles fueron las repercusiones que tuvo después del estreno del film?
—La película funciona muy bien, los actores están bárbaros y mi personaje fue muy elogiado. En general, recibí muy buenas críticas. Y me parece que, más allá del entretenimiento, es una ficción comprometida porque arroja una serie de cuestionamientos y dudas. Lo que pasó con Fernando fue muy cruel y hay mucha gente muy indignada que no tolera que se plantee la mínima duda de que fue Nahir quien lo mató. Pero yo me permito dudar de todo. Y este es un caso que me genera muchas dudas.
—¿Dudó también cuando le ofrecieron este personaje, tratándose de un caso tan polémico?
—No. Me metí en la cabeza de Zonzini y entré a la situación desde su mirada. Y me puse del lado de Nahir porque, cuando él la conoce, la defiende inmediatamente. Se queda en Gualeguaychú, conoce a su padre y a su madre, investiga, escribe un libro y nunca la abandona. Pero yo soy actor y, como tal, lo que tengo que hacer es interpretar un personaje.
—Su pareja, Andrea Bonelli, también es actriz. ¿Qué conversaron sobre el tema?
—Como actores, sabemos que tenemos que cumplir con un rol que ya viene pensado de antes. Por supuesto que siempre opinamos sobre el personaje que estamos interpretando. Y entre nosotros nos consultamos. Pero hay un guion y un director que respetar. Y, por lo demás, tanto ella como yo somos bastante libres en relación a cómo interpretamos cada papel.
—¿Cómo sigue para usted este año tan complejo para su profesión?
—La situación está muy complicada, es verdad. Y es triste que haya tan poca ficción. Yo vengo de hacer un personaje chiquito para una película a la que le sacaron el apoyo del INCAA y siguió avanzando igual, que es Desbarrancada de Guadalupe Yepes y habla sobre la época de la dictadura. Y, en cuanto al teatro, tengo la enorme satisfacción de volver al Teatro San Martín con La gran ilusión de Luis Pascual, un gran director a nivel mundial