A unas horas de entregar su último Informe de Gobierno el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que “en seguridad funcionó la estrategia”, agregó que “ahora hay menos homicidios y menos feminicidios”: palabras que contrastan con las propias cifras federales. Este es el sexenio más violento en la historia moderna de México; más de 5 mil mujeres han sido asesinadas por razones de género; la cifra de desaparecidos es superior a las 100 mil; durante la administración de AMLO se contabilizan cerca de 200 mil homicidios. “Así no se puede vivir en paz”.
“La paz es fruto de la justicia”, lanzó el mandatario nacional a la entrada de su último mes en el encargo que asumió el 1 de diciembre de 2018; sin embargo, la media nacional de impunidad en México es del 96.3 por ciento, según datos recogidos por la organización México Evalúa publicados en octubre de 2023.
Entre los delitos que más golpean a los mexicanos se encuentran los homicidios, desapariciones y feminicidios; sin embargo, no se pueden dejar de lado los robos, extorsiones, secuestros y cobros de piso, crímenes que ocurren a diario en todo el país y que en muchas comunidades se ha normalizado el vivir con miedo, o “sobrevivir”, como lo resalta Nancy Chávez Llamas, académica del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
“No se puede vivir en paz en un país con más de 100 mil desaparecidos y más de 190 mil personas asesinadas. Estamos sobreviviendo, estamos en un estado de sobrevivencia, en un constante estado de alerta”.
“No hay paz -enfatiza Nancy Chávez- si todo el tiempo estás pensando en que podría pasarte si sales a la calle; si sales de viaje pides que no te asalten en la carretera, que no secuestren el camión. No hay paz cuando estamos pensando en cuántas personas desaparecen a diario, cuántas mueren a manos del crimen organizado, cuántos secuestros, tráfico de mujeres, desapariciones”.
¿Hay menos homicidios con AMLO?
En el último informe de seguridad de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se mostró una gráfica con el promedio de homicidios diarios registrados durante la administración: en 2018 se contabilizaron 101 casos por día; en 2019 y 2020 la cifra bajó a 100; 98 en 2021 y 91 en 2022; para 2023 y lo que va de 2024 el promedio es de 81 víctimas.
Una de las gráficas más recurrentes en el gabinete de seguridad de AMLO es la comparativa de homicidios entre los sexenios de sus predecesores y el propio; en ella se muestra una tendencia al alza durante la administración de Felipe Calderón y que se mantuvo con enrique Peña Nieto, pero que comenzó a bajar a partir del año 2021.
Sin embargo, la gráfica del gobierno federal no coincide con los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), por ejemplo: la imagen mostrada por el presidente contabiliza 35 mil 700 homicidios cometidos en 2021, empero, en el SESNSP el registro es de 43 mil 979.
En el acumulado de lo que va de su sexenio, las gráficas de AMLO mostradas en su conferencia mañanera dan cuenta de 152 mil 197 homicidios; sin embargo, el SESNSP contabiliza 196 mil 91 víctimas, con corte al 27 de agosto de 2024. El subregistro es de 43 mil 894 y de seguir con la tendencia diaria, el sexenio cerrará a unos cuantos casos de las 200 mil personas asesinadas.
Aprender a vivir con miedo
Nancy Chávez Llamas tiene más de 8 años años estudiando y desarrollando dinámicas para estudiar y atender las secuelas y orígenes de la violencia en zonas como Aguascalientes, Zacatecas y Sinaloa. Aún recuerda las primeras noticias de balaceras, levantados, secuestros de camiones, enfrentamientos, desapariciones y la aparición de las primeras narcomantas.
“Estamos empezando a normalizar la violencia y adaptarla o adaptándonos a sobrevivir en ella”.
La académica del CIDE recuerda que la situación a principios de la década pasada era de “una paranoia total y colectiva; todas las personas encerradas en sus casas y soportando un miedo muy fuerte. Desafortunadamente, con el paso de los años ha iniciado una normalización de la violencia: ya las personas no se sorprenden de la misma manera”
Hay varios factores que influyeron en esa normalización de la violencia: narcocultura y coerción social. Por un lado, los grupos criminales se aprovecharon de factores como la música (corridos bélicos o narcocorridos), las series televisivas y de algunos simbolismos religiosos para acercarse a jóvenes, en su mayoría, en busca de identidad y de un estilo de vida que los alejara de las condiciones de marginación, al tiempo que los dotaba de dinero y un estatus.
Por otra parte, grupos criminales utilizaron las amenazas, extorsiones, intimidaciones y asesinatos para obligar a comunidades enterar a unirse a sus filas. Poco a poco más personas estaban involucradas en alguna red criminal -obligadas por la violencia o las circunstancias-: tíos, primos, amigos, hijos, papás o conocidos que ningún miembro de su comunidad iba a delatar por “lealtad”.
“Colectivos, sociedad civil y activistas están intentando sobrevivir en estos contextos violentos. Suena muy utópico y difícil, pero no basta con cuestionar las políticas públicas; necesitamos despertar y proponer el cambio”.
“Más armas es sinónimo de más muerte”
Durante la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador -y contrario a su promesa de campaña- la Guardia Nacional pasó a manos de la Sedena; además, se prolongó constitucionalmente la estadía de las Fuerzas Armadas para que realicen labores de seguridad pública hasta el año 2028. Para ese entonces se habrán cumplido 21 años de “guerra contra el narco”.
“Más armas es sinónimo de más muerte -señala Nancy Chávez Llamas-. La militarización ha traído también un aumento de muertes y violaciones a los derechos humanos; (además) el ver a tantas camionetas entrando a una comunidad pone en alerta a los pobladores de que algo va a pasar. Sin embargo, los habitantes siguen teniendo más confianza en los militares y en la Guardia Nacional que en las policías municipales”.
Los pobladores confían más en quienes tienen más armas, señala la especialista, porque creen que con ellas llegará la solución; por eso algunas policías municipales han sido desmanteladas y la seguridad pública recae en los militares, pero cuando se retiran, los pueblos se quedan en el completo abandono y a merced del narco.
“Más armas es igual a más muerte. Pero en un Estado y con un contexto donde ya no hay más opciones para sobrevivir, no te queda más que confiar en lo que hay y en lo que te ofrece el gobierno”.