Con los 232 pasajeros del vuelo AV017 de la compañía Avianca ya en Medellín, la sensación de temor que generó su aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Madrid Barajas ya es historia, aunque no para quienes, como la paisa Sara Ospina, todavía tienen pesadillas con lo que ocurrió esa tarde.
“Yo nunca había sentido tanto miedo y terror en mi vida (…) ya nos íbamos a regresar a Medellín y a nuestro avión se le rompió la ventana del piloto, así que tuvimos que hacer un aterrizaje de emergencia otra vez en Madrid”, recordó en un video compartido a través de su perfil en la plataforma Tiktok.
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Ya de regreso a Medellín, cunado llevaban media hora o un poco más en el aire, “el piloto empezó a llamar a todo el equipo para que se presentara en cabina y las azafatas empezaron a correr de un lado a otro y tenían una cara de pánico, de tragedia y desde el principio nos dimos cuenta que algo estaba pasando”.
Aunque los pasajeros solo se enteraron de la fisura en la ventana cuando ya estaban en tierra, el piloto, según Ospina, “pidió que nos ubicáramos en posición recta, recogiéramos nuestras cosas, nos pusiéramos los cinturones, subiéramos las ventanillas y no utilizáramos el baño, porque debíamos regresar a Madrid y tener un aterrizaje de emergencia”.
Pasados unos minutos las sobrecargo les enseñaron a los pasajeros la posición que debían adoptar en caso de emergencia, suponiendo que se vieran enfrentados al peor de los escenarios una vez pisaran Madrid.
“Teníamos que estar inclinados y abrazando las rodillas. Gracias a Dios llevo mucho tiempo viajando, pero es la primera vez que veo la preparación de un plan de emergencia. Todo era preventivo, pero ya se sabía que era una situación especial y que requería una preparación para todos los ocupantes del avión”, explicó la madre de Ospina.
Y adicional, recomendaron retirarse corbatas, bufandas, cadenas y cualquier objeto que pueda estar suelto y golpear a los pasajeros en un aterrizaje de emergencia.
“Pidieron voluntarios que supieran de atención en primeros auxilios o que tuvieran conocimientos de atención en salud, entonces nos ofrecimos y la azafata, muy discretamente, sin generar pánico, nos preparó para que, en caso de que fuera necesario, abriéramos las compuertas del avión. Nos explicó cómo debíamos hacerlo sin generar algún peligro para nosotros”, destacó la mamá de la influencer, que hizo parte de los voluntarios por sus conocimientos en salud.
Pero antes de poner en marcha el protocolo debían esperar a que el piloto dijera tres veces la palabra evacuación. “Admiro la manera en la que estaban preparados para un evento de cualquier tipo, todo era preventivo, pero realmente se trató de una emergencia”.
Sin embargo, no tuvieron que llegar hasta allá; ya que el avión soltó el combustible en el aire, y dio varias vueltas antes de aterrizar para disminuir el peso, dando tiempo a que las sobrecargo repasaran con los voluntarios del vuelo cómo actuar en caso de una emergencia.
“El avión cogió demasiada velocidad y el ruido se sentía muy fuerte, ahí nos alarmamos, porque al momento del aterrizaje el avión se sacudió de una manera… nunca habíamos experimentado algo similar”.
Ya en tierra, les explicaron que las ventanas de la cabina tienen tres capas y, de ellas, la primera en el lugar del piloto se había fracturado totalmente. Algo que notaron al salir del avión al ver el estado del vidrio que, de haberse roto en sus tres capas, habría provocado una despresurización.
Por suerte, de la emergencia solo quedaron el susto y una lección de vida, con la que Sara intenta quedarse para olvidar “el shock” en el que entró durante el vuelo y, hoy, ya en Medellín, la hace sentirse agradecida con el personal del avión por mantenerla a ella y a su familia a salvo durante el aterrizaje.