En varias partes del mundo se comenzó a experimentar un resurgimiento significativo del coronavirus, con un marcado aumento en el número de casos. Las autoridades sanitarias expresan su preocupación por este repunte, que amenaza con saturar nuevamente los sistemas de salud. Expertos instan a la población a mantener las medidas de prevención y a vacunarse, enfatizando la importancia de acciones coordinadas para contener esta nueva ola de infecciones.
A pesar de que la pandemia parece haber quedado atrás hace varios años, el virus COVID-19 muestra un patrón estacional con picos en invierno y verano. Según los últimos datos del final de junio, diversos laboratorios en Estados Unidos han reportado un incremento de casi 1% en la tasa de pruebas positivas entre el 23 y el 29 de junio. Además, las visitas a urgencias por contagio del virus aumentaron un 23% en el mismo periodo, y las hospitalizaciones subieron un 13% entre el 9 y el 15 de junio.
La situación es preocupante pero no alarmante, ya que aunque los casos están en aumento, los fallecimientos por COVID-19 continúan descendiendo. Según los datos de la última semana de junio, las muertes causadas por el virus disminuyeron en un 25%. Los análisis de aguas residuales, que proporcionan una imagen en tiempo real de los casos, muestran un incremento en la presencia del virus desde mayo. Justo antes del 4 de julio, cuatro estados, Florida, Nuevo México, Nevada y Utah, reportaron niveles muy altos del virus en muestras recogidas de instalaciones de alcantarillado.
A qué se debe el aumento de casos
El aumento en los casos se debe a múltiples factores. En primer lugar, la inmunidad de la población al virus está disminuyendo; solo el 22% de la gente en Estados Unidos se ha vacunado con la versión más actualizada de la vacuna disponible desde el otoño pasado. Además, las nuevas variantes del virus están evolucionando para propagarse más fácilmente entre las personas. Estas nuevas cepas, que aún pertenecen a la familia Ómicron, como KP.2 y KP.3 (denominadas variantes ‘FLiRT’) representan el 60% de las infecciones recientes.
Dr. Paul Offit, director del centro de educación sobre vacunas en el Hospital de Niños de Filadelfia y miembro del comité de expertos en vacunas de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU., comenta que el COVID-19 ahora tiene “estadísticas similares a las de la gripe, es decir, cientos de miles de hospitalizaciones y decenas de miles de muertes cada año”. De manera similar a la gripe, las personas más gravemente afectadas son los ancianos y aquellos con sistemas inmunológicos debilitados.
El Dr. Robert Murphy, profesor de enfermedades infecciosas en la Escuela de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, señala que síntomas más graves en infecciones recientes pueden estar relacionados con una menor inmunidad en la población, ya que muchas personas no se han vacunado recientemente. “Las vacunas brindan una mejor inmunidad que contraer la enfermedad. La vacunación proporciona una exposición controlada que da una respuesta inmunológica más fuerte que la propia infección”, dice Murphy.
A pesar de este cuadro, las vacunas siguen siendo cruciales. Offit resalta que son especialmente importantes para quienes tienen alto riesgo de complicaciones. “El objetivo de la vacuna es mantenerte fuera del hospital, fuera de la unidad de cuidados intensivos y fuera de la morgue”, explica Offit. En línea con esto, el comité de expertos en vacunas de los CDC recomendó una nueva vacuna actualizada contra el COVID-19 para todos, desde los seis meses de edad, para la próxima temporada de otoño e invierno. Esta vacuna está diseñada para dirigirse específicamente a la variante KP, mejorando la capacidad de minimizar síntomas y enfermedades severas.
Con el aumento de la transmisibilidad del virus, algunas personas deberían considerar volver a usar mascarillas en público. “Si estuviera en un grupo de alto riesgo, como ser mayor o tener una condición médica de alto riesgo, y estoy en un grupo grande de personas que no conozco, como en un avión, creo que es razonable usar una mascarilla”, afirma Murphy. Esta recomendación también aplica para personas enfermas. “Cualquiera que tenga una enfermedad respiratoria debería quedarse en casa. Y si no puedes quedarte en casa, deberías usar una mascarilla”, concluyó.