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¿Por qué todos quieren bailar con Giorgia Meloni?

Laura Zornoza

Bruselas, 28 may (EFE).- Los pretendientes políticos se le acumulan a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que tras las elecciones a la Eurocámara tendrá que elegir entre la mano tendida de la actual presidenta de la Comisión Europea y candidata del Partido Popular Europeo (PPE) a revalidar el cargo, Ursula von der Leyen, para sostener una gran coalición proeuropea o sumarse a otras formaciones para, por primera vez, crear un macrogrupo de ultraderecha en el Parlamento Europeo.

La mandataria italiana ve cada vez más cerca la encrucijada en un tablero político cambiante con la pérdida de escaños de los partidos de centro e izquierda y la reconfiguración de la ultraderecha para que su ascenso en números se transforme en influencia real.

Su decisión no pasará desapercibida: puede suponer un paso más hacia la consolidación de Meloni como líder europea fiable pese a las diferencias ideológicas con la política tradicional o bien dar pie a una inédita unión de partidos ultraconservadores en la Eurocámara.

Tras meses de “flirteo”, la presidenta de la Comisión Europea lo dijo claramente en el último debate electoral: considera a Meloni proeuropea y quiere mantener la cooperación positiva con ella.

La mirada hacia la derecha del PPE responde a la pérdida de escaños que afronta la coalición que ha sostenido a Von der Leyen en en esta legislatura: los 420 escaños actuales pueden quedarse por debajo de 400, acercándose al mínimo de 361 escaños necesarios para sacar adelante legislación en una Eurocámara de 720 asientos.

Varios analistas discuten la caracterización de Meloni como proeuropea. Manuel Müller, investigador en el Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales, dice que no abogar por disolver la UE o por el “Italexit” no le hace automáticamente favorable al proyecto comunitario.

“Una política proeuropea típicamente implica querer reforzar las competencias de la UE, así como la democracia supranacional basada en el Parlamento Europeo y la ciudadanía europea. Nada de esto es aplicable a Meloni”, señala Müller, que enmarca a la italiana en el “soberanismo nacional euroescéptico”.

Comparte esta opinión Alberto Alemanno, profesor en Derecho de la Unión Europea en HEC Paris, que reconoce que Meloni ha sabido crearse una imagen de una política “que respeta tanto la UE como la OTAN”.

“Pero su posición europea no es favorable al proyecto europeo porque coloca los intereses nacionales por encima de los europeos”, apunta.

La líder de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen, aspira a una unión de la extrema derecha europarlamentaria para que las cifras se conviertan en influencia.

Junto a Matteo Salvini, de la Liga italiana, acaban de expulsar del grupo de Identidad y Democracia en la Eurocámara a Alternativa por Alemania (AfD) para “limpiarlo” de sus escándalos y plantearse como una opción atractiva.

“Quiero intentar una tarea cargada de desafíos pero fascinante: repetir en Europa lo que se ha hecho en Italia, uniendo partidos compatibles en su visión a pesar de tener matices completamente diferentes… y enviando a la izquierda a la oposición”, dijo Meloni.

Aún sin la necesidad de un único grupo, que ya se ha intentado en el pasado sin éxito, ya una mera colaboración más estrecha y organizada permitiría acercarles a una “mayoría de bloqueo” para votos concretos. Esto significaría que les resultaría complicado sacar adelante iniciativas pero sí podrían bloquear las ajenas.

Queda abierta la incógnita de si a Meloni, que se ha presentado como una líder de confianza en el Consejo Europeo, le interesa escorarse más a la derecha y renunciar a influencia en esa esfera para aliarse con figuras que el resto de la cúpula rechaza, como la propia Le Pen o el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.

Como presidenta del partido Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) y siendo, con alta probabilidad, la delegación de cualquier país o color que más diputados va a aportar al Parlamento Europeo, Meloni también puede decidir mantenerse en esta formación, dejándose querer por ambos bandos y, según le convenga, sumando sus diputados a una mayoría o a otra.

La disciplina de voto en el Parlamento Europeo es flexible y no es extraño que los partidos, especialmente fuera de los grandes grupos, voten a favor y en contra de temas concretos según les convenga.

Sin embargo, grupos como los socialdemócratas (S&D) ya han advertido de que no formarán parte de ninguna coalición en la que también esté ECR. Quedarse en tierra de nadie, apuntan los analistas consultados, es “arriesgado”. EFE

lzu/cat/fpa

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