Luis Ángel Reglero
Madrid, 8 oct (EFE).- Los presidios, que no eran cárceles ni fortalezas, sino grupos de soldados, fueron uno de los protagonistas de la expansión de España en Norteamérica durante trescientos años, aunque su historia en medio de luchas como las que les enfrentaron a los ‘irreductibles’ apaches es poco conocida.
Una historia que rescata en historiador español Jorge Luis García, que reside en Estados Unidos, en su libro ‘Presidio”, de Editorial Edaf.
‘Presidio. La historia documentada en 300 en la Frontera Norte’ es fruto de un arduo trabajo de años en archivos como el de Indias en España o el de la Nación en México, investigando cientos de documentos que en muchos casos “nadie había leído”, explica a EFE durante una visita en Madrid.
“Hay que sacarlo a la luz y hacer ver a la gente que hay otra, no la que nos han contado hasta ahora”, sobre la época colonial española, observa García (Madrid, 1968), profesor de la universidad Lutheran en Texas (Estados Unidos).
Por eso su libro está escrito para enganchar tanto al experto como al curioso, para contar quiénes fueron los presidios, al principio del siglo XVI españoles y criollos encargados de proteger a los que intentaban poblar las tierras al norte por el que buscaba expandirse el entonces virreinato de Nueva España desde Ciudad de México.
Al principio eran unos pocos soldados, voluntarios, una milicia popular, pero para avanzar por un territorio inmenso hubo que sumar “mestizos, indios hispanizados e incluso negros”, apunta, ya como un ejército profesional, aunque hasta finales del siglo XVIII no estuvieron uniformados.
Protegían asentamientos en una frontera cambiante, “los pueblos de indios, que son las misiones”, con los religiosos que buscaban cristianizar e hispanizar a los pueblos originarios, detalla.
A los que podían, pues algunos lo aceptaban y otros se resistían: sobre todo uno, el apache.
“El principal enemigo de España en los trescientos años de vida del imperio en América”, sentencia sobre este pueblo guerrero que entonces vivía en zonas de lo que hoy son México y Estados Unidos.
Y eso que también se enfrentaba a otros países europeos como Inglaterra en la pugna por conquistar aquel Nuevo Mundo.
“Fue irreductible, se intentaron miles de tratados de paz con ellos, que rompían a los cinco minutos”, subraya el autor.
La corona española intentaba “no hacer una guerra frontal” contra ellos, pero cuando acabó la etapa colonial en el siglo XIX “mexicanos y norteamericanos que ya no tenían ese condicionante del rey, (…) hicieron el trabajo que no pudo hacer España” para reducir a los apaches, asevera.
El legado español pervive en algunas partes de Estados Unidos, pero son precisamente hispanos del sur del país los que más influidos están por la leyenda negra contra España, matiza el autor.
Sin ocultar episodios oscuros, tampoco se puede generalizarlos como si fuera malo todo lo que pasó en trescientos años, pues en el caso de los presidios eran soldados que iban con sus familias con la misión de poblar el territorio, mientras que después los estadounidenses iban a acabar con los nativos, recalca García.
Francisco Vázquez de Coronado, Cristóbal de Oñate, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Francisco de Urduñola, Nuevo México, Texas, Monterrey, zuaques, acaxees, xiximes y otros pueblos originarios son solo algunos nombres de “toda esta historia muy poco conocida”. EFE
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