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Qué derecho a heredar tiene un hijo que nació tras la muerte del padre y no está en el testamento

Un bebé con su madre. (Freepik)
Un bebé con su madre. (Freepik)

La herencia en España se rige por un sistema bien estructurado que divide los bienes del fallecido en tres tercios: el de legítima, el de mejora y el de libre disposición. En una sucesión testada (con testamento), estos tercios permiten distribuir los bienes según la voluntad del difunto, aunque siempre se deben respetar los derechos de los herederos forzosos, entre los que se encuentran los hijos matrimoniales y extramatrimoniales. Este sistema, que puede parecer sencillo en teoría, se complica cuando entran en juego figuras legales como los hijos póstumos: aquellos que nacen tras la muerte del padre y que, en algunos casos, no habían sido considerados en el testamento (a menudo, porque el fallecimiento es repentino y no ha habido tiempo para hacer esto).

El hijo póstumo, que nace después del fallecimiento del padre, tiene derecho a heredar, incluso si no ha sido contemplado en el testamento. Según la ley, los hijos póstumos se consideran herederos legítimos y tienen derecho a recibir una porción hereditaria que se les debe reconocer en el proceso de sucesión testamentaria.

Este derecho a heredar existe a pesar de la validez del testamento y de que el fallecido haya dispuesto de la totalidad de su patrimonio según su voluntad expresa. La ley establece que el hijo póstumo tiene derecho a una parte forzosa de la herencia, la cual debe ser pagada de manera obligatoria. Si un testamento no deja pensión alimenticia al hijo póstumo, se declara inoficioso por lesionar los derechos de herencia forzosa. Esto significa que el hijo póstumo debe recibir la misma porción que le hubiera correspondido en caso de sucesión legítima.

En este contexto, la madre del hijo póstumo tiene la responsabilidad de informar de su existencia al juez encargado del juicio sucesorio testamentario, lo que se hace a través de una acción de reconocimiento en el juicio sucesorio testamentario, que garantiza que el hijo póstumo no quede desamparado legalmente. Además, la madre debe velar por los intereses del menor no contemplado y solicitar al juez las medidas necesarias para asegurar su derecho a la herencia.

La figura del concebido no nacido

En el derecho de sucesión, la figura del concebido no nacido, también conocido como nasciturus, tiene una relevancia significativa. Según el Código Civil, para recibir una herencia, es necesario tener personalidad y capacidad jurídica, las cuales se adquieren al momento del nacimiento. Sin embargo, el nasciturus, aunque aún no haya nacido, se considera como nacido para todos los efectos que le sean favorables, incluida la posibilidad de heredar.

Por ello, en este tipo de casos, el proceso sucesorio queda en suspensión hasta que el bebé nazca con vida, momento en el cual adquiere personalidad jurídica y capacidad para heredar. Durante este periodo de espera, se adoptan medidas para evitar cualquier fraude y asegurar la administración adecuada de los bienes de la herencia. Esto garantiza que, si el concebido nace, se respete su derecho a heredar. De esta forma, aunque uno de los progenitores haya fallecido sin haber hecho testamento y sin que el hijo haya nacido, si el bebé nace con vida, se convierte en heredero póstumo y recibe la herencia del progenitor fallecido. Si no llega a nacer, la herencia se transfiere a otros herederos.

El fideicomiso en la herencia

En situaciones donde un hijo aún no ha nacido, el testador puede utilizar la figura del fideicomiso para asegurar que la herencia sea gestionada adecuadamente hasta que el heredero nazca. Esto implica nombrar a un fideicomisario que se encargue de administrar la herencia o una parte de ella durante un tiempo determinado o hasta que se cumpla una condición específica, como el nacimiento del heredero. Este mecanismo legal asegura que los bienes sean protegidos y administrados según los deseos del testador y en beneficio del futuro heredero.

La figura del concebido no nacido y el fideicomiso son esenciales para garantizar que los derechos hereditarios de los hijos póstumos sean protegidos y que los bienes sean administrados de manera justa y conforme a la voluntad del testador, respetando las disposiciones legales.

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