En un intento por canalizar y liberar emociones reprimidas, cada vez más mujeres están participando en “rituales de furia”, pagando grandes sumas de dinero para gritar y golpear palos en el bosque. Estos rituales, popularizados en plataformas como TikTok y liderados por figuras como Mia Banducci – conocida en línea como Mia Magik – permiten a las participantes expresar su ira en un entorno seguro y alejado de la sociedad, así fue detallado por Usa Today.
Mia Banducci, una autora y autoproclamada “Madrina Espiritual”, ha estado organizando estos rituales en Escocia durante varios años. Empezó haciéndolos para sí misma y sus amigos, y eventualmente los incorporó a sus retiros de bienestar, los cuales pueden costar entre USD 2.000 y USD 4.000 (entre 1.868 y 3.737 euros). La versión de un solo día tiene un costo de $222 (208 euros) por boleto. Según Banducci, durante el ritual se les pide a los participantes que recojan grandes palos mientras evocan en su mente a personas que les han hecho daño. Tras un calentamiento con respiraciones profundas, comienza la liberación de furia mediante gritos y golpes en el suelo del bosque.
Los “rituales de furia” han encontrado una audiencia receptiva en las redes sociales, especialmente en TikTok, donde los videos han generado una oleada de comentarios de mujeres que se identifican con la necesidad de expresar su enojo. “Literalmente lloré al ver esto… NECESITO esto”, comentó una usuaria. Otra agregó: “Como una mujer de mediana edad con aún más rabia, ¡necesito esto!”.
Según Vogue, expertos espirituales como Rachel Pringle, una instructora de tantra y fundadora del taller espiritual Wild Woman, sostienen que manifestaciones físicas de la ira, tales como los gritos primarios, pueden tener un efecto terapéutico. “Cuando se realizan de forma segura, un ritual de ira puede abrir camino al placer, al poder y a la creatividad”, afirma.
La psicoterapeuta Stephanie Sarkis advierte que aunque estas ceremonias pueden ser beneficiosas para algunas personas, no son una solución única para todos. “Es importante saber cómo procesas mejor la ira antes de someterte a un ritual de furia”, dice Sarkis, sugiriendo que “para algunos, la furia se maneja mejor con estrategias de activación, como golpear un saco de boxeo o hacer un entrenamiento intenso, mientras que otros pueden beneficiarse más de estrategias de calma, como respiraciones profundas o caminatas lentas”.
Banducci explica que el objetivo de estos rituales es crear un espacio donde las mujeres puedan expresar emociones que históricamente han sido suprimidas por la sociedad. “Mientras los hombres son enseñados a reprimir la tristeza, las mujeres son enseñadas a reprimir la furia”, comenta. “Hay emociones particulares que son aceptadas en el binario de género que necesitamos sentir. Los hombres necesitan llorar y las mujeres necesitan poder enojarse”.
Durante los rituales, las mujeres no solo encuentran un canal para su enojo, sino también para otras emociones profundas. Es el caso de Kimberly Helmus, una ingeniera de ciberseguridad que se unió a uno de estos retiros tras su divorcio: “Pensé que mi primer ritual de furia abordaría la ira que sentía hacia mi ex esposo. En cambio, sentí algo mucho más profundo: una pena que había estado guardando desde que fue testigo de la muerte de un amigo cuando tenía 15 años”. “Recuerdo que fue un momento muy claro, como de interruptor de luz, donde me dije, ‘Oh, de eso se trata’”, agregó
Además de Banducci, otras figuras en el ámbito de bienestar están organizando rituales similares. Secret Sanctuary planea una “Ceremonia de Furia Sagrada” en Alberta, Canadá, en julio, mientras que la autora y mística Jessica Ricchetti organizará un retiro femenino de “Furia Sagrada” en Carolina del Norte en junio.
El concepto de liberar emociones reprimidas a través de gritos y movimientos intensos no es nuevo. La terapia del grito primario, desarrollada en la década de 1970 por el psicólogo Arthur Yanov, buscaba liberar traumas reprimidos y fue promovida por reconocidas figuras como John Lennon y Yoko Ono.
Sin embargo, estos rituales de furia, aunque terapéuticos para muchas, no están exentos de críticas. Sarkis insiste en la importancia de que las participantes comprendan bien cómo procesan la ira y que estos rituales se realicen de manera segura. “Si te ayudan a liberar la ira, puedes costeártelos y se hacen de manera segura, no veo el daño”, afirma Sarkis.
Al final de su primer ritual, Helmus describe a los participantes cubiertos de tierra y barro, con moretones y cortes en las manos, y los palos rotos esparcidos por todos lados. Ella afirma que la experiencia le permitió expresar emociones reprimidas en un entorno de aceptación. “Es realmente un lugar donde puedes ser esta mujer salvaje y feroz y no ser vista de otra manera que no sea con amor, aceptación y cuidado”, concluye.