La canción colombiana Se va el caimán, compuesta por José María Peñaranda en la década de 1940, alcanzó gran popularidad en 1945.
Peñaranda y su éxito le permitió convertirse en una de las canciones más escuchadas de la época. La melodía, inspirada en una leyenda popular de Plato, Magdalena, fue una significativa representación de la música colombiana en el ámbito internacional.
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Según la leyenda, un pescador llamado Saúl Montenegro estaba obsesionado con espiar a las mujeres mientras se bañaban en el río Magdalena. Para llevar a cabo su propósito, acudió a un brujo que le entregó una pócima que lo transformaba en caimán. Sin embargo, la fórmula tenía una especificación importante: debía tomar otra pócima para regresar a su forma humana.
Saúl lograba espiar a las mujeres sin ser descubierto, pero un día el asistente del brujo cometió un error y solo le entregó la poción para transformar su cabeza, dejando su cuerpo como el de un caimán. Desde entonces, el hombre caimán quedó atrapado en esa forma, siendo una criatura con cabeza humana y cuerpo de caimán.
“Un día que me fui a bañar, por la mañana temprano, vi un caimán muy singular, con cara de ser humano. Vi un caimán muy singular, con cara de ser humano. Se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla”, relata, precisamente, la letra de esta canción.
La leyenda ha perdurado con el tiempo y es parte importante del folclore de la costa Caribe colombiana, utilizada como un cuento de advertencia sobre la curiosidad inapropiada y el respeto hacia la intimidad de los demás, incluso inspiración para el nombre artístico del comediante colombiano, Álvaro Lemmon.
Grabada por los Tinajeros, muestra la simpleza de la narración y su pegajoso ritmo impulsaron su aceptación, incluso en la literatura nacional, vista en el libro Mitos, Leyendas y Relatos Colombianos.
El hombre caimán, de pervertido a antifascista
En 1950, la canción llegó a España y fue utilizada por los opositores del régimen de Francisco Franco. Los detractores del dictador entonaban la melodía con la intención de expresar su deseo de que Franco “se fuera”, reinterpretando el estribillo como una referencia directa al mandatario.
‘Caimán’ fue la palabra con la que los españoles, hijos y nietos de los obreros que pertenecieron a los “leales”, sobrevivieron al golpe de Estado de la extrema derecha, en medio de un momento político en el que el nazismo europeo estaba en auge, encontraron para referirse al dictador español.
Esta canción, como ocurrió con Bella Ciao en Italia, fue utilizada como himno callejero de protesta.
Debido a este contexto político, fue censurada y prohibida por el gobierno franquista, ya que se consideraba una amenaza a la estabilidad del régimen.
Himno de protesta en Latinoamérica
España no fue el único país en el mundo que usó Se va el Caiman como forma de protesta contra las políticas impulsadas por dictadores.
En medio de la dictadura nicaragüense de la familia Somoza, durante la transición y cambio de poder desde los dictadores Somoza García y Somoza Debayle, los opositores silbaban y entonaban el ritmo y la letra de este porro colombiano.
En 1947, casi en paralelo con Nicaragua, ocurrió un hecho similar, pero en Panama, en medio del gobierno de Enrique Adolfo Jiménez, quien fue presidente provisional de Panamá desde 1945 hasta 1948. Asumió el cargo después de la dimisión de Arnulfo Arias. Jiménez fue nombrado por la Asamblea Nacional y su mandato se caracterizó por la provisionalidad y la necesidad de estabilizar el país tras una serie de cambios políticos.
En ambos contextos políticos e internacionales, Se va el caimán sirvió para demostrar el descontento de los ciudadanos que estaban en desacuerdo con la dirección de sus países respectivamente.