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“Si hay lío, llamalo a Francos”: perfil del hombre de consensos que Javier Milei eligió como jefe de Gabinete

Guillermo Francos, un hombre de consensos que se convirtió en el principio de realidad de Javier Milei
Guillermo Francos, un hombre de consensos que se convirtió en el principio de realidad de Javier Milei

“Si hay lío, llamalo a Francos”. Esa frase se dio en un diálogo durante la campaña electoral de 2023. Un operador político de La Libertad Avanza, del círculo chico de Javier Milei, le indicó a un dirigente del espacio que se contactara con Guillermo Francos para destrabar un problema logístico de la fiscalización previa al escrutinio. Sintetiza el rol que el flamante Jefe de Gabinete de la Nación tiene desde que está en las huestes libertarias: un poco de bombero, un poco de casta, dosis justa de templanza, capacidad consenso. Un poco de tanto que faltaba en un experimento plagado de novedad que caminaba hacia lo desconocido.

Esos atributos más la confianza y amistad con Milei lo convirtieron en la persona elegida para reemplazar a Nicolás Posse como ministro coordinador. La salida del ingeniero representa la primera crisis política más delicada que pilotea el Gobierno libertario. Para esas tempestades, otra vez, se recurrió a lo confiable: “Si hay lío, llamalo a Francos”.

Francos tiene 74 años y casi cinco décadas de experiencia profesional. Tantos que cuando empezó su carrera política no existía en la Constitución argentina la figura de Jefe de Gabinete que hoy le toca asumir. Nació en el sur de la provincia de Buenos Aires, en Coronel Rosales. Allí está la Base Naval Puerto Belgrano, donde habita la sala de partos del dirigente. Se mudó a Buenos Aires a principios de la juventud y se sumergió en el mundo del Derecho. En 1974 se graduó de abogado en la Universidad del Salvador. Desde entonces, su vida osciló entre la gestión de lo público y lo privado.

Javier Milei saluda a Guillermo Francos (REUTERS/Leandro Bustamante Gomez)
Javier Milei saluda a Guillermo Francos (REUTERS/Leandro Bustamante Gomez) (LEANDRO BUSTAMANTE GOMEZ/)

Se desempeñó como asesor jurídico del Ministerio de Justicia durante las presidencias de Alejandro Lanusse, Roberto Levingston e Isabel Perón. En los 80 se acercó a la política partidaria, actividad de la que nunca se alejó. Conoció a Francisco Manrique y se afilió al Partido Federal. La militancia en ese espacio lo llevó a ocupar en 1985 una banca en el extinto Concejo Deliberantes de la Ciudad de Buenos Aires. Durante esa experiencia compartió recinto con figuras conocidas como Carlos Maslatón y Federico Pinedo.

A finales de los 80 le tocó presidir el Partido Federal y celebró una alianza que llevó como candidato a presidente de la Nación al radical Eduardo Angeloz. Fue en la elección de 1989 que llevó a Carlos Saúl Menem a Balcarce 50. Después de esa aventura proselitista, a Francos le faltaban apenas 34 años para llegar a la Casa Rosada como una figura de protagonismo. En aquellas elecciones, el dirigente asumió su segundo mandato como concejal porteño y tuvo luego un paso por el gobierno de ese distrito como funcionario.

A mediados de los 90, en pleno auge menemista, Francos se alió a ese espacio y apoyó la reelección de Menem. En 1996 conoció nada menos que a Domingo Cavallo, el padre de la convertibilidad y uno de los emblemas del menemismo. Colaboró con el ex ministro de Economía en la formación del partido Acción por la República y, dentro de esas filas, fue electo diputado nacional. Se desempeñó en su banca entre 1997 y el 2000.

Guillermo Francos, en su rol de ministro del Interior, durante una de las sesiones de la Ley Bases (REUTERS/Agustin Marcarian)
Guillermo Francos, en su rol de ministro del Interior, durante una de las sesiones de la Ley Bases (REUTERS/Agustin Marcarian) (Agustin Marcarian/)

Faltaban 24 años para ser Jefe de Gabinete de Milei. Antes de que termine el año 2000, el Congreso fue señalado por un escándalo de corrupción. Francos decidió, entonces, renunciar a su banca en la Cámara Baja. Siguió en Acción Republicana y se movió como operador político de Cavallo, pero sin cargos institucionales.

A comienzos de los 2000, Francos adoptó responsabilidades en el sector privado. Entabló un vínculo profesional con el empresario Eduardo Eurnekian y comenzó una larga trayectoria en su grupo de firmas. Ocupó la presidencia de ARG Línea Privada Argentina ya también se hizo cargo de la dirección de Aeropuertos Argentina 2000. En 2007 decidió regresar a la vida pública convocado por Daniel Scioli, entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires. El ex motonauta confió en el abogado para ponerlo al frente de la dirección del Banco Provincia. Estuvo allí hasta 2011, tiempo suficiente para generar una relación estrecha con Scioli, que persiste hasta hoy.

Es recién en 2012 cuando Francos retorna al grupo Eurnekian como director de Corporación América. Ese año y en ese rol conoció a Javier Milei, que se desempeñaba como economista jefe de esa empresa. En el mismo lugar trabajaba también el ingeniero Nicolás Posse. Lo que nunca imaginaron en sus tantas charlas es que 12 años después coincidirían en la Casa Rosada.

Guillermo Francos junto a Daniel Scioli, cuando se desempeñaba como director del Banco Provincia
Guillermo Francos junto a Daniel Scioli, cuando se desempeñaba como director del Banco Provincia

Francos no discontinuó su actividad política. En 2015 militó en el sciolismo por la candidatura presidencial del ex gobernador. Tras la presidencia de Mauricio Macri, regresó a la función pública cuatro años después. Fue convocado por su otrora amigo, Gustavo Béliz, a instancias también de Scioli, para desempeñarse como representante argentino ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En ese rol sumó roce internacional en un organismo de gran relevancia en el multilateralismo. Y su tarea no fue menor: Por pedido del presidente Alberto Fernández, se movió para lograr que Béliz acceda a la presidencia de ese organismo. Fue una actitud que motivó desencuentros con Mauricio Claver Carone, que estuvo al frente del BID hasta 2022.

En agosto de 2023, Francos dejó su rol en el BID y se sumó formalmente al equipo de campaña de Milei. Pero ya había frecuentado a principios de año el búnker libertario. Participó, incluso, en un acto que organizó el Partido Demócrata de Carlos Balter que tuvo como protagonista al líder de La Libertad Avanza. Colaboró en la penumbra con el armado electoral a través de consejos, sugerencias y contactos.

Desde que se incorporó oficialmente a la campaña de Milei, Francos asumió un rol determinante. Su perfil subió rápidamente. Era un nombre conocido para la vieja política, pero que había estado ausente de la opinión pública durante los últimos años. Aunque su capacidad política estaba intacta.

Martín Menem y Guillermo Francos
Guillermo Francos le entrega la Ley Bases a Martín Menem

Pronto, Francos se convirtió en uno de los principales voceros de la campaña de Milei. El libertario había arrasado en las elecciones PASO y debía comenzar a formar un equipo con dirigentes que le aportaran cierto prestigio y seriedad a la ola libertaria. Hasta entonces, La Libertad Avanza era un espacio plagado de figuras jóvenes, nuevas o viejas pero ignotas.

Después de las elecciones de octubre, donde Milei se metió en el balotaje contra Sergio Massa, Francos fue “oficializado” como el futuro ministro del Interior en caso de que La Libertad Avanza ganara la elección. Y así lo fue. El dirigente ganó rápido la confianza de Javier y de Karina Milei.

Desde que asumió la gestión, su continuidad fue puesta en duda en más de una ocasión. Nunca pasó de hojarasca. “Está firme como rulo de estatua”, respondía siempre Milei como forma de desmentir los rumores de una posible salida de Francos. No sólo estaba firme, sino que desempeñó un rol clave en la gestión libertaria.

Guillermo Francos en Salta en la reunión gobernadores Norte Grande
Guillermo Francos en una reunión con gobernadores del Norte Grande (LUIS BRAVO/)

Francos le aportó a la “revolución” libertaria conexión con la política, construcción de consensos, templanza, discurso componedor. Ha sido, también, uno de los principales comunicadores ante la prensa en defensa del rumbo del Gobierno, para fortalecer puntos positivos y para remedar errores. Francos se convirtió en el “principio de realidad” de Milei, un presidente que descree en la política y tiene como líder referente al profeta Moisés.

Desde sus oficinas frente al Patio de las Palmeras, Francos tejió vínculos con todas las provincias en un Gobierno que no tiene ningún gobernador propio. Mientras Milei se peleaba con los jefes comunales y acusaba a más de uno de “traidor” por no acompañar la Ley Bases, los gobernadores hablaban del ministro del Interior como un “caballero”. Los 24 gobernadores tiene una relación respetuosa y cordial con Francos, pese a los matices políticos.

En horas decisivas, Francos será el principal arquitecto político de destrabar la sanción de la Ley Bases y el paquete fiscal. A ese rol le suma ahora la responsabilidad de darle dinámica a la gestión. Ya deslizó que buscará delegar algunas responsabilidades que había acumulado Posse, como la de administrar una serie de empresas públicas. Busca convertirse en un ministro “coordinador” que aplique una interacción radial con las distintas carteras. Su nombre signa el comienzo de una nueva etapa en el Gobierno. Sus aptitudes le asignaron la responsabilidad más grande de su carrera política.

A la hora de atajar penales, el Presidente no lo dudará: “Si hay lío, llamalo a Francos”.

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