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Starlink y otras redes de satélites pueden amenazar la capa de ozono

Óxidos de aluminio procedentes de satélites viejos que caen a la atmósfera y corroen la capa de ozono se han multiplicado por ocho entre 2016 y 2022.

Un nuevo estudio, publicado en Geophysical Research Letters, advierte que este problema se verá agravado a medida que vayan caducando los miles de satélites que conforman las nuevas megaconstelaciones que ofrecen acceso en cualquier punto del planeta a Internet.

El Protocolo de Montreal de 1987 reguló con éxito los CFC dañinos para la capa de ozono para protegerla, reduciendo el agujero de ozono sobre la Antártida y se espera que se recupere en los próximos cincuenta años. Pero el crecimiento inesperado de los óxidos de aluminio puede hacer que la historia de éxito del ozono se detenga en las próximas décadas.

De los 8.100 objetos en órbita terrestre baja, 6.000 son satélites Starlink lanzados en los últimos años. La demanda de cobertura mundial de Internet está impulsando un rápido aumento de los lanzamientos de pequeños enjambres de satélites de comunicaciones. SpaceX es el líder en esta empresa, con permiso para lanzar otros 12.000 satélites Starlink y hasta 42.000 planeados. Amazon y otras empresas de todo el mundo también están planeando constelaciones que van desde 3.000 a 13.000 satélites, dijeron los autores del estudio.

Los satélites de Internet en la órbita baja de la Tierra tienen una vida útil corta, de unos cinco años. Las empresas deben luego lanzar satélites de reemplazo para mantener el servicio de Internet, continuando un ciclo de obsolescencia programada y contaminación no planificada.

Los óxidos de aluminio provocan reacciones químicas que destruyen el ozono estratosférico, que protege a la Tierra de la dañina radiación ultravioleta. Los óxidos no reaccionan químicamente con las moléculas de ozono, sino que desencadenan reacciones destructivas entre el ozono y el cloro que agotan la capa de ozono. Debido a que los óxidos de aluminio no son consumidos por estas reacciones químicas, pueden continuar destruyendo molécula tras molécula de ozono durante décadas a medida que descienden por la estratosfera.

Sin embargo, hasta ahora se ha prestado poca atención a los contaminantes que se forman cuando los satélites caen a la atmósfera superior y se queman. Los estudios anteriores sobre la contaminación satelital se centraron principalmente en las consecuencias de propulsar un vehículo de lanzamiento al espacio, como la liberación de combustible para cohetes.

El nuevo estudio, realizado por un equipo de investigación de la Escuela de Ingeniería Viterbi de la Universidad del Sur de California, es la primera estimación realista del alcance de esta contaminación de larga duración en la atmósfera superior, dijeron los autores.

“Solo en los últimos años la gente comenzó a pensar que esto podría convertirse en un problema”, dijo en un comunicado Joseph Wang, investigador en astronáutica de la Universidad del Sur de California y autor correspondiente del nuevo estudio. “Fuimos uno de los primeros equipos en analizar las posibles implicaciones de estos hechos”.

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