La práctica del arte, la exposición central del “Año Tàpies”, en su centenario, repasa la extensa trayectoria de Antoni Tàpies en el espacio que el propio artista fundó en Barcelona, que ha dejado de ser Fundación para convertirse en Museo Tàpies, y que abarca casi seis décadas.
Comisariada por Manuel Borja-Villel, se trata de una de las muestras más completas dedicadas a la evolución del artista, ilustrada con más de un centenar de obras procedentes de museos y colecciones privadas de todo el mundo.
En el recorrido expositivo se puede contemplar una selección que abarca desde 1943 a 2011, desde los primeros autorretratos hasta las últimas obras, marcadas por la preocupación por la muerte, pasando por las obras matéricas, políticas y las más íntimas, como la Serie Teresa (1966), dedicada a su esposa.
La exposición, que anteriormente se exhibió en el Museo Bozar de Bruselas y el Reina Sofía de Madrid, no es exactamente la misma en la versión barcelonesa, pues, como ha explicado Borja-Villel, “se han incorporado una docena de obras que no se vieron en las anteriores citas.
Entre estas incorporaciones ha destacado Somac, el león (1949); Personaje (1946), con una figura masculina que luego Tàpies repitió en los años 2000; Dríadas, ninfas, arpías (1950; Coral de la paz (1951), Grifo (2003), “una obra un poco dadaísta y brossiana; o Piernas y AT (2011).
También hay obras poco difundidas, como Homenaje a Federico García Lorca (1951).
Para Borja-Villel, “si en el Reina Sofía se habían recreado tres ambientes, a modo de estudios del artista, en el caso de Barcelona no ha sido necesario, pues se trata de la casa del artista, donde él mismo imaginaba cómo se podía ver cada obra y, en definitiva, los lugares tienen memoria”.
En la presente exposición, que estará abierta al público hasta el 12 de enero de 2025, se ha planteado “un recorrido biográfico, aunque no necesariamente en orden cronológico, en el sentido de que va reflexionando continuamente sobre el papel del artista a nivel político y en el mundo, y fue además aquí donde el propio Tàpies comenzó a reflexionar sobre su propia obra”, apunta Borja-Villel.
Toni Tàpies, hijo del artista, ha expresado “la satisfacción personal de que esta exposición llegue aquí, la casa de Antoni Tàpies, y a Barcelona, su ciudad, con un conjunto de piezas fantásticas, algunas muy difíciles de ver porque están en colecciones privadas o institucionales”.
Preguntado por la posibilidad de abrir un nuevo espacio museístico donde Tàpies tenía su gran estudio, en Campins (Barcelona), Toni Tàpies ha asegurado que “la familia lo ha hablado en algún momento pero no ha tomado ninguna decisión, y en la actualidad el estudio permanece vacío”.
A juicio de Borja-Villel, que dirigió el ahora Museo Tàpies en sus orígenes, “Tàpies es un monumento histórico en España y su obra es de total actualidad, por su espiritualidad, en un sentido nada religioso, por la separación entre el sujeto y la materia, su humanismo y modernidad, pero como artista bisagra anticipa en su tiempo el arte actual”.
La práctica del arte revisa toda la trayectoria del artista catalán, desde sus orígenes marcados por la herencia de las vanguardias históricas, a su experimentación con la materia, su reconocimiento internacional, su compromiso y sus últimos años.
El compromiso político del artista catalán, que se negó a participar en exposiciones organizadas por el régimen franquista, se refleja en obras como A la memoria de Salvador Puig Antich (1974) o 7 de noviembre (1971), en referencia a la Asamblea de Cataluña celebrada en esa fecha y que supuso una primera plataforma de oposición democrática a la dictadura de Franco.
En la última planta del museo se muestran ejemplos de la producción de las dos últimas décadas del artista, impregnada de un cierto sentimiento de melancolía, con obras marcadas por la temática de la muerte y la enfermedad.
Fuente: EFE.
[Fotos: prensa Museo de la Fundación Antoni Tàpies]