El túnel encontrado por la Policía Bonaerense y la Justicia a metros de la sucursal de un conocido banco en la calle Chacabuco de San Isidro parece, básicamente, una obra de ingeniería civil, lejos de ser una apresurada maniobra del hampa. El cuidado es evidente en cada paso.
Peritos que también investigaron el túnel realizado para robar el banco Río -el llamado “robo del siglo” de 2006- trabajaron en las últimas horas en la nueva estructura. Estos peritos le afirmaron a la Justicia: “El nuevo es mucho mejor”.
Los especialistas de la Policía Bonaerense ingresaron a la estructura ayer por la noche, tras realizar una perforación de más de tres metros de profundidad con una excavadora. Tuvieron que romper la capa de adoquín. Luego, una carpeta de 60 centímetros de cemento, más otro metro de tierra. Finalmente, llegaron al espacio subterráneo.
Allí, hallaron orden. Había material de construcción organizado, paredes encofradas y un tendido eléctrico, “como si fuera un túnel de minería”, afirma una fuente clave el expediente. Encontraron máquinas para la extracción de tierra y bolsones de material excavado. También, una suerte de altillo con dos colchones para dormir. Allí, en el altillo, se encontró un sistema de ventilación con caños y un motor.
El túnel, de 150 metros de largo, llegaba a “una cuadra del banco”, asegura el mismo investigador. Expertos policiales coinciden en que el trabajo tardó “de 6 a 9 meses” en realizarse. Tras seguir el camino, descubrieron que el túnel comenzaba en un taller mecánico en desuso ubicado en la calle Chabacuco al 500, un galpón. En ese lugar, se cavó el suelo, se montó una escalera de madera y comenzó la obra.
La hipótesis es evidente: el túnel fue cavado para robar el banco. La causa para esclarecer el hecho está a cargo de los fiscales Carolina Asprella y Patricio Ferrari, bajo las directivas del fiscal general John Broyad.
Las sospechas se volvieron evidentes para los investigadores. “Esto no lo hace cualquiera, es de una nivel de organización nunca visto, el hampa actual no se mueve de esta forma, con este nivel de constancia y planeamiento, es mucho más rústica”, coincide otra fuente principal en la causa. Desde ya, llama la atención la inversión de tiempo, dinero y esfuerzo que realizó la banda, de cara al botín, o la chance de desvalijar una bóveda bancaria.
El perfil de los posibles ladrones ingenieros se vuelve más claro: este no es un trabajo de chicos. En los tribunales de San Isidro, se piensa en hampones de larga data, veteranos con conocimientos técnicos. Básicamente, un Banco Río II, solo que esta vez, nadie robó nada, o no lograron hacerlo.
Así, Asprella y Ferrari dispusieron todas las tareas de rigor para el minuto cero de un expediente, como el relevo de cámaras públicas, privadas y testimonios. También, investigan a quién corresponde el taller donde los hampones empezaron a cavar.
A pesar de toda la prolijidad de los delincuentes, la pista que los delató fue un desliz de construcción.
“Se regalaron por una boludez”, asegura una fuente policial.
Otro investigador en el expediente afirma: “A metros del banco, un hombre en una camioneta de reparto sintió que un fierro le rozaba la carrocería. Era un típico fierro de obra, una varilla, con una tuerca, que salía de debajo del suelo a través del empedrado”, que asomaba del suelo como una lombriz.
Así, se dio alerta a la Policía Bonaerense, que, a su vez, contactó a autoridades del banco, que le ratificaron que no habían detectado ninguna anomalía. Entonces, se decidió romper, a ver a dónde la excavadora los llevaba.