Los feligreses de una iglesia en Nueva York se llevaron una desagradable sorpresa al descubrir que el sacerdote Pawel Bielecki, conocido como padre Paul, había utilizado su posición para robar ofrendas.
Según informó el New York Post, el sacerdote recaudó 650.000 dólares bajo el pretexto de que el dinero sería destinado a clínicas médicas en Líbano. Sin embargo, en lugar de cumplir con su promesa, utilizó los fondos para financiar un estilo de vida lujoso.
¿Qué hizo el sacerdote con el dinero robado?
Las autoridades revelaron que el padre Paul gastó el dinero en viajes a Los Hamptons, cirugías estéticas como una liposucción, y en cenas en restaurantes exclusivos.
El fiscal federal del Distrito Sur de Nueva York, Damian Williams, informó que el sacerdote fue arrestado el 17 de agosto por cargos de fraude electrónico y postal, acusándolo de haber abusado de su posición para ganarse la confianza de víctimas en todo el país y robarles cientos de miles de dólares.
El fraude se extendió durante ocho años, tiempo en el cual el sacerdote continuó difundiendo su mensaje de ayuda a través de sermones en la iglesia, sitios web y programas radiales. Entre diciembre de 2017 y febrero de 2024, el padre Paul retiró casi 50.000 dólares en efectivo de sus cuentas bancarias y transfirió más de 600.000 dólares a dos compañías de tarjetas de crédito.
Uno de los eventos más trágicos que el estafador aprovechó fue la explosión química en Beirut el 4 de agosto de 2020, que cobró la vida de 218 personas. A pesar de afirmar que resultó herido en la tragedia, las autoridades fiscales descubrieron que Bielecki no estaba en Líbano en ese momento; en realidad, se encontraba en Nueva York gastando dinero en cafeterías y restaurantes. La investigación reveló que no salió de Estados Unidos desde diciembre de 2019 hasta abril de 2022.
Según la denuncia, Bielecki pedía a sus víctimas en Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut, Georgia y Florida que enviaran cheques a su convento con la anotación “Misión del Padre Pauel Bielecki” en la línea de memo. Estos fondos fueron luego transferidos a cuentas personales y utilizados para gastos extravagantes, incluyendo una membresía en un gimnasio de lujo que costaba 334 dólares al mes.
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