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La comunidad médica colombiana se encuentra consternada tras el trágico fallecimiento de la médica Catalina Gutiérrez Zuluaga, residente de cirugía general en la Universidad Javeriana, quien decidió quitarse la vida dejando un mensaje a sus compañeros.
La nota, escrita a mano decía: “A todos los residentes gracias, de cada uno me llevó muchas enseñanzas, siempre los llevaré en mi corazón. Ustedes sí pueden ¡Ánimo!”.
La joven habría denunciado acoso de sus profesores
Según se ha revelado, Catalina había denunciado previamente ser víctima de maltratos, bullying, acoso y violencia pedagógica por parte de algunos profesores y compañeros durante su formación en la universidad.
Este trágico suceso ha puesto de relieve las duras condiciones que enfrentan los residentes médicos en Colombia.
La Universidad Javeriana, donde Catalina estudiaba, emitió un comunicado honrando su memoria y ofreciendo apoyo a sus familiares: “Honramos su memoria con los mejores recuerdos que dejó en su paso por la Universidad. Apreciamos acompañar con respeto, empatía, solidaridad y delicadeza a sus padres, su hermana y demás familiares”.
La Asociación Nacional de Internos y Residentes (ANIR) ha alzado su voz tras la muerte de Catalina, solicitando una investigación exhaustiva sobre las circunstancias que rodearon su muerte.
En un comunicado, ANIR lamentó la falta de medidas efectivas por parte de las instituciones: “Lamentablemente, muchas universidades conocen estas dificultades pero con indiferencia secundan y se vuelven cómplices al no tener una política cero y medidas reales contra el maltrato”.
Tras el trágico evento, numerosas denuncias han salido a la luz pública, revelando el ambiente de abuso y estrés que caracteriza las residencias médicas en el país.
En testimonios recientes, residentes relataron experiencias desgarradoras de humillación, explotación laboral y maltrato.
“Me gustaría que me atropellara un carro, que me apuñalara un gamín al frente de la estación de TransMilenio para poder incapacitarme, porque era tal la carga laboral que genuinamente tenía estos pensamientos a diario. Además, del llanto constante”, reveló una residente médica de la Universidad Nacional.
Andrés Gómez, cirujano general, reveló historias de compañeros que se veían obligados a dormir en sus carros para cumplir con las exigencias absurdas de su trabajo.
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