El Teatro Faenza, inaugurado en 1924, marcó un hito en la historia del cine en Bogotá al convertirse en el primer espacio dedicado a la proyección de películas en la capital. Bajo la visión del arquitecto Arturo Tapia y el ingeniero Jorge Muñoz, el teatro simbolizó el comienzo de una nueva era para el entretenimiento en la ciudad.
Situado en la calle 22 con carrera 5, el Teatro Faenza se destacó por su capacidad para 1.300 espectadores, 38 palcos y un “gallinero”, lo que lo convirtió en uno de los lugares más reconocidos y frecuentados por los ciudadanos de la época.
Durante más de 40 años, el Teatro Faenza disfrutó de una época dorada, siendo testigo de la presentación de artistas legendarios como Carlos Gardel y Miguel Matamoros. Sin embargo, su declive comenzó cuando la población del centro de Bogotá empezó a trasladarse a otras zonas de la ciudad.
Fue en este periodo que surgió la oscura leyenda del Faenza, asociada con la producción de cine porno en los años 70 y, según rumores, la creación de películas “snuff”, en las que supuestamente se desmembraba a personas en escenas reales de violencia extrema.
Es importante señalar que las películas “snuff” se caracterizan por mostrar crímenes reales, sin recurrir a efectos especiales, y según el mito popular, el Teatro Faenza habría sido utilizado como locación para este tipo de producciones. En 2017, la revista Shock entrevistó a personas que estuvieron vinculadas al teatro durante ese periodo, quienes afirmaron que la existencia de cine “snuff” en el Faenza fue completamente real.
De acuerdo con estos relatos, un hombre llamado Manuel Chaparro habría sido el director de las producciones realizadas en el Faenza. Incluso, se menciona que intentó reclutar a Jairo Pinilla, considerado el padre del terror y la ciencia ficción en Colombia, para dirigir una de las películas. Pinilla relató que le propusieron trabajar en un filme en el Faenza, donde habría tanta sangre que hasta el camarógrafo terminaría manchado.
El actor Alejandro Muñoz también compartió su aterradora experiencia, señalando que casi se convirtió en una de las víctimas del teatro. Según Muñoz, justo antes de comenzar a filmar, se dio cuenta de que las escenas serían reales, lo que lo llevó a huir desesperadamente por las calles del centro de Bogotá para evitar ser desmembrado y convertido en el protagonista de una película de terror auténtico.
En 2002, la Universidad Central participó en un concurso para adquirir el Teatro Faenza y logró hacerse con su propiedad gracias a un proyecto centrado en “estudios y restauración, no en una remodelación directa”, según explicó la restauradora y especialista en pintura mural María Carolina Leiva.
Durante los trabajos de restauración del teatro, surgieron rumores inquietantes. Se dice que se descubrió un sótano en el que había elementos de tortura y manchas de sangre en varias de las paredes, lo que podría respaldar la teoría de que en el Faenza se filmaron películas “snuff”. Estos hallazgos han alimentado aún más la oscura leyenda que rodea al histórico teatro bogotano.
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