En un estremecedor caso de intento de feminicidio que ha sacudido a la localidad de Suba, Lina María Suárez, de 30 años, logró sobrevivir a seis disparos que le propinó su expareja el pasado mes de mayo mientras se encontraba trabajando en una salsamentaria. Pese a que el agresor fue capturado y actualmente está detenido, ha logrado seguir amenazando a la familia de Lina, quien clama por justicia y apoyo tras enfrentar una odisea de negligencia institucional.
El incidente, que se ha convertido en un símbolo de la creciente violencia de género en Colombia, ha dejado expuestas las fallas en el sistema de protección para las víctimas. Lina relató a Noticias Caracol su infructuosa búsqueda de ayuda en las autoridades. A pesar de acercarse a la Casa de Justicia y la Comisaría de Familia, y contactar las líneas de emergencia como la Línea Púrpura y la Línea de la Mujer, no recibió la protección prometida.
“Me acerqué a la Casa de Justicia, de ahí me mandaron para la Comisaría de Familia. Me dijeron que me iban a hacer acompañamiento ellos por parte de la Policía, que él no se podía acercar a mí, pero aun así nunca pasó”, expresó al citado medio Lina con evidente frustración. “Yo llamé a la Línea Púrpura y la Línea de la Mujer, pero nunca pasó nada hasta el momento de los hechos. Entonces, cuando pasó, sí todos empezaron a llamar. La Policía empezó a hacer rondas, ¿pero ya para qué?”, agregó.
El 9 de mayo, día de la brutal agresión, Lina fue trasladada al Hospital de Suba, donde lograron estabilizarla y le sacaron dos balas. Las otras tres quedaron dentro de ella, incluso hace unos días otro de esos proyectiles lo expulsó su cuerpo.
El ataque obligó a Lina a abandonar su hogar, llena de miedo por su vida. A pesar de cambiar de domicilio y números telefónicos, las amenazas persisten. La protección policial, que debería incluir rondas de vigilancia, no ha sido efectiva, aumentando la sensación de vulnerabilidad de Lina y su familia.
Además de las secuelas emocionales y físicas, Lina enfrenta una lucha por recibir la atención médica necesaria. Ha encontrado obstáculos con su EPS para obtener el tratamiento adecuado, situación que agrava su ya crítica condición. “Nosotros estamos fuertemente amenazados, nos tocó cambiar de casa, cambiar de teléfonos, pero aún así siguen las amenazas. Y por parte de la Policía se supone que tenían que hacer rondas, pero tampoco las están haciendo. No se sabe si puedo volver a caminar y ahorita estoy necesitando ayuda por parte de la EPS, que también ha sido complicada la atención”, lamentó.
La historia de Lina Suárez es un potente llamado de atención sobre la violencia de género y la deficiente respuesta institucional. Con su valiente testimonio, Lina no solo busca justicia para su caso, sino también sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de una acción más efectiva y oportuna para proteger a las víctimas de violencia.
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