Bajo el lema de que “Quien viola un animal puede violar un niño”, fue radicado en el Congreso de la República un proyecto de ley para castigar la práctica de la zoofilia, un trastorno mental que impulsa a las personas a sostener relaciones sexuales con animales.
La autora de la iniciativa es Esmeralda Hernández, senadora del Pacto Histórico, quien ya ha logrado la aprobación de otras propuestas en defensa de estos seres vivos, como el rescate y atención de animales en situación de desastre y la prohibición de las corridas de toros.
“La violación de animales es un acto de crueldad espantoso, que no es delito en Colombia. Quien es capaz de esto, es un peligro para la sociedad; no lo podemos normalizar. Con la ciudadanía, he radicado un PL (proyecto de ley) para tipificar la zoofilia y condenarla”, publicó la congresista.
De acuerdo con la propuesta, los perpetradores de esta conducta se expondrían a una pena máxima de hasta tres años de cárcel, así como al pago de cuantiosas multas.
“Cada día son más recurrentes las denuncias por violación de animales, perro, gatos, gallinas, incluso grandes cuadrúpedos, que son sometidos a estas torturas, se les destrozan sus órganos internos, incluso son maltratados durante largos periodos de tiempo”, afirmó.
Añadió que esto “no existe en el Código Penal como delito” y anunció que será una lucha difícil en el Congreso, pero que dará la batalla en compañía de los colectivos animalistas, bajo la premisa que de esta manera también se podrán prevenir casos de abuso contra humanos.
Hernández indicó que en otros países ya se aplican esta clase de sanciones, y que en Colombia implicaría una reforma al Código Penal. “Estas personas representan un peligro para animales humanos y no humanos”, acotó.
De acuerdo con el portal especializado Psiquiatría.com., la zoofilia se define como “una parafilia en la cual los animales son una parte esencial de las fantasías sexuales o de la actividad sexual real de una persona. Quienes experimentan esta atracción son comúnmente referidos como zoófilos, zoofílicos o zoosexuales. Esta atracción puede manifestarse en un espectro que va desde la mera fantasía, sin acciones físicas, hasta la participación en actos sexuales con animales”.
En áreas rurales de Colombia y pueblos de la Costa Caribe son comunes los relatos de abusos de gallinas, cerdos, mascotas y burros. La industria de la pornografía, en algunos casos, también se ha encargado de comercializar dicha práctica.
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