Una pelea que llevaba días gestándose culminó en un brutal ataque a bala la noche del jueves, cuando Jaider Andrey Peñaranda Jáuregui, de 22 años, fue agredido en su propia casa, situada en la calle 7 entre avenidas 13 y 14 del barrio Niña Ceci.
El joven estaba descansando en su cama junto a su compañera sentimental y su hija de tres años, cuando el agresor irrumpió en el domicilio y disparó varias veces, dejándolo gravemente herido.
Los problemas entre Jaider y el agresor habían comenzado horas antes, alrededor del mediodía, cuando ambos hombres se encontraron en las afueras de la vivienda de la víctima.
«Jaider estaba afuera de su casa cuando pasó el otro tipo, un hombre moreno y de estatura media. Se dijeron cosas, pero todo empeoró cuando el pelado lo acusó de haberlo traicionado, diciéndole: ‘usted es una bruja, me sapeó‘», comentó un testigo.
El ambiente se tornó tenso rápidamente y el hombre amenazó a la víctima con un arma blanca.
Lejos de calmarse, el joven corrió hacia su casa para armarse con un cuchillo, lo que desató una persecución breve por la cuadra.
«Se corretearon hasta una esquina, pero luego el tipo moreno desapareció y Jaider regresó a la casa. Todo parecía haberse calmado en ese momento», agregó el testigo.
Sin embargo, la tranquilidad fue efímera. Cuando la noche ya había caído, hacia las 8:00 p.m., el agresor volvió al lugar, esta vez decidido a terminar lo que había comenzado.
La puerta de la casa de Jaider estaba abierta debido al calor sofocante de la ciudad, y el hombre aprovechó para entrar sin obstáculos.
Con un arma de fuego en mano, caminó directo hacia la víctima, pronunciando una frase que rompió el silencio de la noche: «¿Qué, mi ñero?».
Al escuchar esas palabras, el joven, todavía acostado, se levantó para ver quién era, pero antes de poder reaccionar, el agresor abrió fuego, impactándolo varias veces.
En medio del caos, Peñaranda Jáuregui intentó proteger a su familia, abrazando a su pareja sentimental, mientras esta gritaba desesperada pidiendo ayuda.
Su pequeña hija, aterrorizada y sin entender lo que ocurría, lloraba sin consuelo.
Fue entonces cuando un familiar que reside en el segundo piso escuchó los disparos y los gritos, y bajó corriendo para ver qué había sucedido. La escena con la que se encontró fue devastadora: Jaider estaba tendido en el suelo, ensangrentado, mientras su pareja lo abrazaba.
Sin dudarlo, el familiar cargó a la víctima en sus brazos y lo trasladó a pie más de una cuadra, hasta llegar a la avenida principal del barrio, donde intentó detener algún vehículo para llevarlo a un centro médico.
Después de varios minutos de angustia, logró que lo transportaran al Policlínico de Atalaya, donde los médicos lo atendieron de urgencia. Debido a la gravedad de las heridas, Jaider Andrey fue remitido al Hospital Universitario Erasmo Meoz, donde permanece bajo pronóstico reservado, luchando por su vida.
Mientras tanto, los vecinos, alertados por los disparos, dieron aviso a la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc), que llegó al lugar y acordonó la escena del crimen. Luego llegó la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) para realizar la inspección técnica de la vivienda, buscando pistas que pudieran llevar al responsable del ataque.
Sin embargo, hasta el momento, no hay rastros del paradero del agresor, quien desapareció tras cometer el ataque.
La víctima es conocida en el barrio por trabajar en la minería, una actividad que lo mantiene fuera de casa durante largos periodos.
Según comentan sus allegados, cada 15 días regresa a su hogar para pasar tiempo con su compañera sentimental y su hija.
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