La sífilis es una infección bacteriana de transmisión sexual (ITS) causada por la bacteria Treponema pallidum. Es una enfermedad potencialmente grave que puede afectar a varias partes del cuerpo si no se trata adecuadamente. Los síntomas de la sífilis pueden variar en función de la etapa de la infección y, siguiendo a la Clínica Mayo, se suelen dividir en cuatro etapas: primaria, secundaria, latente y tardía (también conocida como sífilis terciaria).
- Primaria: en esta etapa, aparece una úlcera indolora en el sitio de la infección, generalmente en los genitales, el recto o la boca. Esta úlcera se conoce como chancro y puede estar acompañada de inflamación de los ganglios linfáticos cercanos.
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- Secundaria: después de la fase primaria, pueden aparecer erupciones cutáneas en diferentes partes del cuerpo, así como fiebre, dolor de garganta, dolores musculares, fatiga y otros síntomas similares a los de la gripe. Estos síntomas pueden aparecer y desaparecer durante varios meses.
- Latente: durante la etapa latente, los síntomas de la sífilis desaparecen, pero la infección permanece en el cuerpo. Esta etapa puede durar años y la persona infectada puede no tener síntomas.
- Tardía (terciaria): en algunos casos, si la sífilis no se trata a tiempo, puede progresar a una etapa tardía que afecta varios órganos y sistemas del cuerpo, incluyendo el corazón, el cerebro, los ojos, los huesos y las articulaciones. Esta etapa puede causar daño grave e incluso ser potencialmente mortal.
La sífilis se trata típicamente con antibióticos, generalmente con la penicilina. La elección del antibiótico y la duración del tratamiento pueden variar según la etapa de la infección y la salud general del paciente, por lo que es importante seguir el tratamiento completo según lo recetado por un profesional de la salud para asegurar la eliminación completa de la bacteria.
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La sífilis se transmite principalmente a través del contacto sexual, incluyendo el contacto vaginal, anal u oral con una persona infectada, aunque también puede transmitirse de madre a hijo durante el embarazo o el parto, lo que se conoce como sífilis congénita. La bacteria puede ingresar al cuerpo a través de pequeñas abrasiones en la piel o membranas mucosas. Para evitar la infección por sífilis u otras enfermedades de transmisión sexual, lo más recomendable es utilizar protección a la hora de mantener relaciones sexuales.
Algunas complicaciones de la sífilis
Si no se trata, la sífilis puede provocar una serie de complicaciones que recoge la Clínica Mayo:
- Neurosífilis. Esta es una forma grave de la infección que afecta al sistema nervioso central. Puede causar una variedad de síntomas neurológicos, como dolores de cabeza intensos, problemas de coordinación, parálisis, cambios en la personalidad y deterioro cognitivo.
- Cardiosífilis. Esta complicación afecta al corazón y los vasos sanguíneos circundantes. Puede provocar inflamación de las arterias (arteritis), lo que aumenta el riesgo de aneurismas y otras afecciones cardíacas graves.
- Sífilis congénita. Si una mujer embarazada tiene sífilis y no recibe tratamiento, puede transmitir la infección al feto durante el embarazo o el parto. La sífilis congénita puede causar defectos de nacimiento graves, como retraso del crecimiento, anomalías óseas, daño al sistema nervioso central y muerte fetal.
- Lesiones cutáneas y óseas. La sífilis puede causar lesiones en la piel, como úlceras o erupciones cutáneas, y también puede afectar los huesos, provocando dolor y deformidades.
- Aneurismas. En etapas avanzadas, la sífilis puede provocar la formación de aneurismas en los vasos sanguíneos, especialmente en la aorta. Estos pueden ser potencialmente mortales si se rompen.
- Ceguera y sordera. En casos raros, la sífilis no tratada puede provocar daño en los nervios ópticos y auditivos, lo que puede resultar en ceguera y sordera.